Islandia se ahoga
El 'no' al pago de las deudas del 'caso Icesave' pone en peligro la recuperación del país y la ayuda internacional
En octubre de 2008, el mundo económico se conmocionaba por la quiebra del sistema financiero de Islandia. Los tres principales bancos del país nórdico se declaraban en bancarrota, dejando a la luz un sistema sobrevalorado, especulativo y sin dinero. Como era lógico, esta crisis trajo consigo una caída en cadena de todos los indicadores productivos del país y el desplome de su estructura económica. Ese año, el país cerró con un retroceso del 7,8% en su consumo privado, del 20,4% en la inversión y de un 18% en la importación de bienes y servicios.
Catorce meses después de la debacle, el farolillo rojo nuevamente vuelve a situarse sobre Islandia. Hace una semana, el país rechazó en referéndum -con un 93% de los votos- pagar con fondos públicos las deudas internacionales del banco Landsbanki, situadas en 3.800 millones de euros. Landsbanki es uno de los símbolos del desplome financiero local, una entidad que durante muchos meses gestionó -a través de su marca Icesave- activos de ciudadanos británicos y holandeses con atractivos tipos de interés, pero que al estallar la crisis se encontró sin fondos para devolver los depósitos.
Ni los inversores ni los ciudadanos confían en su economía
La negativa de la población islandesa al llamado Plan Icesave puede poner en riesgo la recuperación del país. El FMI ha advertido de que, de no hacerse efectivos estos pagos -ya acordados como parte del plan de salvamento-, se congelarán ayudas equivalentes a la mitad de los 1.800 millones de euros comprometidos hace un año. Suecia, Noruega y Dinamarca, que aportaron 1.500 millones, también han manifestado su descontento y amenazan con vetar un eventual ingreso de Islandia en la Unión Europea. Las agencias de clasificación de riesgo -Fitch, Moody's y Standard & Poor's- también avisan de que podrían volver a otorgar sus peores notas a la deuda islandesa.
Las ayudas del FMI son consideradas vitales para el despegue económico de Islandia, que el año pasado registró una caída del PIB del 6,5%, un retroceso que podría superar largamente el 3% previsto este año si es que no se sigue inyectando dinero fresco a la economía. Las previsiones indican que el consumo seguirá cayendo un 5,5% y que la inversión retrocederá un 7%, prueba de que ni los inversores ni los ciudadanos han vuelto a confiar en su economía. Esto sin contar que el déficit fiscal aumenta a niveles del 13% anual y que su deuda total equivale al 130% de su PIB.
¿Plan B? El Ejecutivo intenta vender algunos activos de los bancos nacionalizados, aunque en estos momentos el interés de la banca internacional por estas entidades es escaso. En cualquier caso, los organismos internacionales sugieren que Islandia aproveche la coyuntura para aplicar profundas reformas estructurales y así dar el salto definitivo en 2011, cuando confían en que el país vuelva a crecer gracias a la normalización de su sistema financiero y la entrada de capital foráneo en proyectos energéticos postergados por la crisis.
La OCDE ha advertido además de que es vital que el programa de saneamiento fiscal previsto se aplique plenamente "a fin de poner de nuevo las finanzas públicas en una senda sostenible". -
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