Biden advierte a Israel que la situación actual es insostenible
Los palestinos cancelan el diálogo por las nuevas colonias
Tras el torbellino diplomático, las aguas volvieron ayer a su cauce. Se despidió Joseph Biden de Israel con un discurso en la Universidad de Tel Aviv destinado a alabar los oídos de los israelíes, que recuerdan con gesto adusto el de Barack Obama en El Cairo, tildado de proclive a las tesis árabes. "América permanece junto a vosotros, hombro con hombro, afrontando estas amenazas... Estados Unidos está empeñado en impedir que Irán consiga armas nucleares", enfatizó el vicepresidente de EE UU. Pero en el último episodio de la accidentada visita oficial, caldeada por la humillación sufrida por el huésped al anunciar Israel una masiva ampliación de colonias en Jerusalén Este, Biden expresó ideas que suponen un aviso para navegantes israelíes: "La realidad demográfica hace difícil que Israel pueda ser el hogar judío y un Estado democrático. El statu quo es insostenible... Israel por fin tiene un socio para la paz".
El vicepresidente de EE UU respalda a Abbas como "socio para la paz"
No es posible, tampoco a juicio de numerosos dirigentes israelíes, conciliar la condición de "judío y democrático" mientras persista la patente discriminación de los palestinos con ciudadanía israelí y la ocupación de Cisjordania, que avanza sin freno pese a la prometida congelación de la construcción, plagada de excepciones. Porque el statu quo al que aludía Biden -la ocupación y el avance de la colonización- no es que se revierta. Es que se mueve, día a día, en la dirección contraria a la que dice desear Washington. Son más de 50.000 las viviendas previstas en diversas fases de planeamiento urbanístico sólo en Jerusalén. Y son más de medio millón los colonos judíos que pueblan el territorio ocupado, un escollo cada vez más difícil de salvar si lo que pretende Israel es la creación de un Estado palestino que destierre la idea de un Estado único entre el río Jordán y el Mediterráneo, en el que los árabes muy pronto serían mayoría.
No es, opinan un sinfín de observadores políticos de la derecha y de la izquierda, el objetivo de Netanyahu que ese Estado palestino vea la luz. La oficina del primer ministro difundía un comunicado en el que lamenta que la ampliación de un asentamiento se anuncie cuando un mandatario de EE UU pisa suelo israelí. "Como si lo importante fuera el momento y no la provocación", escribía ayer el ex ministro Yossi Sarid. Ya había alegado el jefe del Ejecutivo ignorancia sobre el polémico anuncio y que no controla las decisiones de la maraña de organismos implicados en una colonización que, promete el líder israelí, continuará. "No crean por un instante a Netanyahu. El caos funciona como un reloj", añadía Sarid.
En su línea de agradar a la audiencia, y deslizando al mismo tiempo mensajes nada gratuitos, Biden insistió en que "Israel es el mejor amigo de Estados Unidos" y en que Washington encabeza la lucha contra "la insidiosa campaña que desafía el derecho de Israel a existir", pero rebatió la célebre coletilla -"No hay un socio palestino para la paz"- que martillea el discurso político. Mientras los gobernantes hebreos reiteran que el presidente palestino, Mahmud Abbas, es demasiado débil políticamente y no frena la incitación a la violencia, el vicepresidente destacaba: "Israel por fin tiene socios que comparten el objetivo de la paz". La citada proclama acuñada por el ex primer ministro Ehud Barak hace una década sigue vigente y marcada a sangre y fuego en la psique de los gobernantes hebreos. "Es difícil", lamentó Biden, "ser un faro cuando estáis permanentemente en guerra".
La visita deja al Gobierno de Netanyahu un sabor más agrio que dulce, en una coyuntura en la que el Ejecutivo reclama el apoyo incondicional de su aliado para desbaratar el programa nuclear iraní. Tampoco Biden puede marchar satisfecho. "Lo importante", afirmó, "es que las negociaciones [entre israelíes y palestinos] avancen rápidamente. No podemos demorarlas porque los extremistas explotan nuestras diferencias". Un mensaje dirigido al presidente Abbas, quien ayer no recogió el guante.
Aunque muy probablemente será una decisión revocada en días o semanas, la OLP anunció que cancelaba el inicio de las conversaciones, después de que la Liga Árabe retirara la noche del miércoles su respaldo. "Queremos escuchar del enviado de Barack Obama para Oriente Próximo, George Mitchell, que Israel ha cancelado la construcción de las 1.600 viviendas antes de comenzar a negociar", declaró el jefe de los negociadores palestinos, Saeb Erekat.
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