El espacio según Candida Höfer
Vigo repasa cuarenta años de trabajo de la fotógrafa alemana
El espectador tiene la última palabra sobre su obra. La fotógrafa alemana Candida Höfer (Eberwalde, 1944) admite que sean otros quienes hablen acerca de sus instantáneas: comisarios, críticos y públicos. Discreta, se mantiene en un segundo plano en las ruedas de prensa que se convocan sobre ella, y, aunque accede sin ruegos a las preguntas de los periodistas, conviene solicitarle su intervención, como si sus consideraciones fuesen un extra improbable en un guión estructurado de antemano. Es la misma actitud estoica que adopta cuando enfoca los monumentales espacios públicos vacíos de personas: bibliotecas, palacios, museos o iglesias; capturados antes o después de su apertura a los visitantes, bajo la presión del tiempo.
"Pero entonces siempre hay gente a mi alrededor que tiene que vigilar los espacios, y probablemente también a mí. Siempre se muestran dispuestos a echar una mano, pero no me gusta pedirles demasiado; del mismo modo que intento evitar molestar a la gente que utiliza los espacios que estoy fotografiando. Por lo que no sobra mucho tiempo", revela la artista en el catálogo de la exposición Projects: Done, recién presentada en el Museo de Arte Contemporánea de Vigo (Marco).
Sin ser una retrospectiva de Candida Höfer, esta muestra repasa 40 años de trayectoria profesional de una de las fotógrafas más relevantes de la Escuela de Düsseldorf. Esta institución, fundada en Alemania por Bernd e Hilla Becher en los 70, instruyó a sus discípulos en la observación de las sociedades contemporáneas adoptando una estética fría y gran precisión técnica.
Para crear imágenes de los espacios, su señuelo, Höfer escoge perspectivas oblicuas y líneas fugadas que acrecientan la sensación de vacuidad de esos lugares de reflexión y silencio, sin embargo, tan elocuentes acerca de quienes los habitan. "Dicen más así y cualquiera puede interpretar una variedad de sensaciones", se explica.
El abanico cronológico y estético que media entre sus primeros trabajos, datados en 1968, y los actuales, se recoge a través de 14 proyectos que Höfer ha ido desarrollando a lo largo de estos años. Pocos, como la serie Liverpool, están cerrados; lo habitual es que todavía tengan significado en presente para la artista, incluso las series Turcos en Alemania y Turcos en Turquía, en los que aún aparece la figura humana: "Estos proyectos nunca fueron terminados. La gente, los espacios y los arreglos continúan existiendo en el entorno en el que vivo, pero ya no siento la necesidad de fotografiarlos".
El décimoquinto es la propia exposición inaugurada en Vigo y estrenada en el Museum Morsbroich de Leverkusen y que después visitará el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo de Sevilla y el Belvedere vienés, una antigua fábrica convertida en sala de exposiciones al igual que los otros edificios, antes un castillo, un convento y una cárcel. "Son cuatro lugares especiales y muy interesantes para mostrar esta propuesta expositiva, cuyo eje es la relación entre fotografía, arquitectura y presentación de las obras", observó el comisario Markus Heizelmann.
Estos días, Höfer aprovecha su estancia en Vigo para empezar un proyecto en Galicia por encargo del Xacobeo que la devuelve a sus espacios recurrentes: salas de lectura, teatros y recintos de espiritualidad. Los primeros en asomarse a su objetivo son la biblioteca del museo, la Central del Casco Vello de Vigo y la del Centro Cultural Caixanova, en cuyo auditorio también se ha detenido. Y, de nuevo, elige retratarlos sin gente, en esos horarios leoninos que frecuenta.
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