Casillas ya sólo mira a Zubizarreta
El portero iguala el récord de partidos internacionales de Raúl: 102
El 28 de enero de 1998, Francia inauguró el Stade de France, en el parisino arrabal de Saint-Denis. Jugó contra España, por expreso deseo de su entonces seleccionador, Aymeé Jacquet. "Si ganamos a la España de Clemente, ganaremos el Mundial", avisó el seleccionador galo unos días antes a sus jugadores. Aquella noche gélida en la que por las calles de París se helaban los charcos, Francia ganó el partido (1-0) gracias a un zapatazo de Zidane. Meses después, en el mismo estadio, Francia le ganó a Brasil la final del Mundial.
Andoni Zubizarreta, capitán de la selección, salió aquella mañana de paseo y muy cerca del Hotel Crilllón, donde se hospedaba el equipo, en una pequeña pastelería, se zampó un milhojas de crema del que no se ha olvidado. Por la noche, jugó su partido 121 con la selección española. Meses después, contra Bulgaria, puso el bro che a su carrera en el último partido del Mundial de 1998. Dejó la selección con 126 partidos disputados, el récord de partidos internacionales para un jugador español.
Ayer Iker Casillas también salió de paseo por los alrededores de otro hotel singular, el Bristol, vecino del Palacio del Eliseo, la residencia oficial del presidente de la República, Nicolas Sarkozy, a quien no resulta extraño verle almorzar en el restaurante del hotel. Y por la noche, Iker jugó por vez primera con la selección en Saint-Denis, donde hace 10 años ganó su primera Copa de Europa -la octava para el Madrid- contra el Valencia. Ganó España con autoridad insultante y el capitán igualó los 102 partidos de Raúl con la selección. A los 28 años, Iker enfila a Zubizarreta y es cuestión de tiempo que supere su récord, pero ya es una leyenda del fútbol español: 502 partidos con el Madrid y la Copa de Europa que levantó en Viena con España le conceden ese derecho.
Pese a las bajas temperaturas, el de Móstoles sacó las tijeras en el vestuario y le cortó las mangas a la camiseta verde y azul con la que viene jugando últimamente, suerte de homenaje a la que en la final de la Eurocopa de 1984, disputada en el Parque de los Príncipes, se puso Arconada. Iker tardó en tocar la pelota -en el minuto ocho y porque se la cedió Puyol- y tuvo una de las noches más tranquilas que se le recuerdan bajo los palos del combinado español. De hecho, jugó más con los pies que con las manos porque apenas tuvo que detener un par de lanzamientos lejanos de los franceses, anoche tremendamente inofensivos. Sólo infló los carrillos una vez, casi al final, cuando Malouda remató un balón con la cabeza que se estrelló en el palo derecho de su portería. Cada vez que juega con España, Casillas pasa más tiempo mirando el juego de sus pequeños compañeros, el toque que la selección ha convertido en su carta de presentación, que presumiendo de reflejos entre los palos, porque el rival le da poco trabajo y apenas tiene que intervenir. Protegido anoche, otra vez, por Piqué y Puyol, la pareja de centrales titular en el Barcelona y en la selección española, el portero dio un paso más en la historia de la selección. Ya sólo le falta pillar a Zubizarreta para entrar en el mausoleo de los más grandes. "Jamás pensé que llegaría a jugar tantos partidos con España", dijo Casillas, con el rostro tranquilo, tras el encuentro, cuando se quitó la camiseta verde. "Cuando empecé, ni se me ocurría alcanzar un récord así... Y ahora tengo que acordarme de todos los compañeros que he tenido, porque son ellos los que me han ayudado a llegar hasta aquí. Tantos años en la élite, con el Madrid y con la selección, no son fáciles de sumar", añadió.
Con Casillas bajo palos, España continuó su marcha triunfal hacia el Mundial de Suráfrica. Sólo la derrota contra Estados Unidos en la pasada Copa Confederaciones ha oscurecido un camino brillantísimo. "Pero aquella derrota", explicó ayer Casillas, "nos vino bien, porque nos ayudó a no olvidarnos de jugar con humildad. Por eso desde entonces hemos tenido tan buenos resultados". Ya lo dijo Del Bosque: "El fútbol puede ser cruel con los que se creen muy buenos".
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