Mito y tragedia en el siglo XXI
Miguel Narros revisa el clásico 'Fedra' en la XIV edición del Festival de Jerez
Nos encontramos ante una revisión, y no ya sólo del mito -que hasta los propios clásicos revisaron-, sino de una creación, la de Miguel Narros, que hace 20 años le otorgó a la tragedia un tratamiento rompedor y contemporáneo. El director ha supervisado al detalle la nueva producción, pero ha mantenido la mayoría de elementos de su propuesta, de la misma forma que perdura el espacio escénico de O'Dorico.
Contamos así con una escena desnuda donde la iluminación cobrará un papel fundamental, y contamos también con un Hipólito tan moderno como frívolo, que es capaz de llegar hasta la muerte al cambiar cualquier pasión por la de las motos. Se mantiene también el vestuario, con los vaqueros como seña de contemporaneidad en el cuerpo de baile. ¿Dónde se encuentra, pues, la revisión? En los artistas que protagonizan esta ópera flamenca, en el tratamiento que dan a sus personajes y, por descontado, en el trabajo coreográfico de Javier Latorre quien, por su intensidad, dinamismo y creatividad, consigue que algunos otros elementos, más propicios a acusar el paso del tiempo, pasen algo desapercibidos. Podría ser buen ejemplo el de la moto, que se diría algo manido, pero que Latorre aprovecha para imaginativas construcciones de figuras y coreografías. Pero, más allá de los detalles, está la tensión que es necesario transmitir a una tragedia que tiene ya en sí mucha desgracia, y por ende, mucho trabajo de interpretación.
FEDRA
Lola Greco, Amador Rojas, Alejandro Granados, Carmelilla Montoya
Guión y dirección: Miguel Narros. Coreografía: Javier Latorre. Música: Enrique Morente. Voces grabadas: Enrique y Estrella Morente. Espacio escénico: Andrea D'Odorico. Cante: Morenito de Íllora. Guitarra: Iván Losada. Percusión: Vicky Losada.
Teatro Villamarta, 28 de febrero.
Narros mantiene los elementos de su propuesta de hace 20 años
Descontada la aportación del coreógrafo, resulta obligatorio destacar la acertada selección del reparto: nuevas pieles -y nueva expresión- para la vieja ceremonia. Redonda parece así la elección de Carmelilla Montoya porque, por su baile racial y su cante desgarrado en el papel de Ama, es fundamental para dar el necesario carácter flamenco a la adaptación. Amador Rojas, por expresividad y movimientos, resulta más que convincente como Hipólito. Alejandro Granados se sirve de su sobriedad escénica para trasladar el carisma que se le supone a Teseo. Incluso del ajustado cuerpo de baile, hay que extraer a la joven Estefanía Ruiz por su forma de dar vida a la ilusionada y luego frustrada Aricia.
Pero, sin lugar a dudas, es en el trabajo de la bailarina Lola Greco donde reside el peso de la tragedia. Para lo bueno y para lo menos bueno. Su presencia en escena es siempre de grandes dimensiones, y hace uso de su sobrada técnica para dar perfecto cuerpo a las emociones, deseos y frustraciones de una mujer enamorada y despechada. Mas su trabajo interpretativo conlleva mucho peso y, por tanto, mucho riesgo. Pero siempre gana su elegancia en la composición de la figura, su amplitud de recursos, su saber estar.
En la revisión de la obra original, sería injusto no contabilizar el trabajo de Enrique Morente, que ciertamente ha refrescado la primitiva partitura. En la nueva se perciben ya los ecos de obras suyas -Omega, sin ir más lejos- posteriores a la versión de hace 20 años. También ha compuesto y grabado nuevas piezas, como la petenera final con la voz de Estrella Morente, telón de fondo y síntesis de la tragedia que Fedra representa.
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