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Entrevista:

"No es justa la discriminación de la que son objeto los comunistas españoles"

EL PAIS. Después de cuarenta años de prohibición del PCE al reunirse en Madrid con sus colegas italiano y español, ¿cuáles son sus sentimientos y qué significación le concede a dicha reunión?

Georges Marcháis. Voy a Madrid, invitado por mi amigo Santiago Carrillo, con profunda emoción. Esta emoción es también la de todos los demácratas de nuestro país, de la inmensa mayoría de nuestro pueblo, porque España ocupa un puesto de prefelencia en el corazón de mis compatriotas.

Voy a España para reafirmar con voz alta nuestra solidaridad con el pueblo español, con todas las fuerzas democráticas, con el Partido Comunista de España en su combate por una España democrática.

Siempre estuvimos a su lado en los momentos difíciles. Hoy, nuestro pueblo se alegra de que en España aparezca la posibilidad de una renovación democrática. Nuestro deseo más querido es que desaparezcan los obstáculos que aún limitan las libertades públicas e individuales. En este sentido, quiero recordar nuestra insistencia para que el PCE se beneficie de una existencia legal, con los mismos derechos y deberes que los demás partidos políticos. Este precisamente será uno de los objetivos esenciales de la visita de Berlinguer y de la mía también a Madrid. No es justa la discriminación de la que son objeto los comunistas españoles, después de su larga y dolorosa lucha por la democracia, con sacrificios que garantizan sus lazos profundos con la libertad.

EL PAIS. ¿Qué repercusión eventual puede tener esta cumbre de los países del Este europeo y en los del Oeste capitalista, y de una manera más general, lo que ha dado en llamarse el eurocomunismo?

Georges Marcháis. Creo que hay error a propósito del sentido de nuestra reunión. No nos reunimos para dar lecciones a nadie, ni para elaborar una especie de nuevo manifiesto comunista. Yo voy a Madrid, repito, para manifestar nuestra total solidaridad con el PCE en su lucha por el establecimiento de una real democracia en España. Por lo demás, ya he dicho lo que los franceses entienden por eurocomunismo. Nosotros no hemos inventado esta palabra. En efecto, nosotros no pensamos que existirían modelos regionales de socialismo. Nosotros consideramos que cada partido, con independencia y soberanía totales, debe determinar los objetivos y los métodos de acción que corresponden a las condiciones de cada país. Al mismo tiempo, es evidente que, si existen diferencias notables entre los diversos países capitalistas industrializados de Europa y en Japón, los trabajadores, los pueblos y, en consecuencia, los partidos comunistas de estos países se encuentran confrontados a toda una serie de problemas análogos. Es un hecho que frecuentemente aportan a estos problemas respuestas convergentes, También es un hecho que luchan, los unos y los otros, por una democratización profunda de la vida política, económica y social de su país, y que acentúan las características democráticas que tendrá la sociedad socialista en sus países respectivos. Entre estas características figuran el respeto y la extensión de las libertades individuales y colectivas, la pluralidad de los países, el respeto del sufragio universal, etcétera.

EL PAIS. A propósito de la situación actual francesa, señor Marchais, declaraciones, comentarios de todo color y los sondeos de la opinión coinciden para prever la posibilidad de una victoria de la izquierda. En vísperas de las municipales y ante la perspectiva de las legislativas, ¿puede exponer su opinión y paralelamente, dimensionar en su análisis lo que se ha llamado el fenómeno Chirac?

George Marchais. Dice usted que todo coincide para prever la posibilidad de una victoria de la izquierda. Lo cierto es que toda la vida política interior está dominada, hoy, por la cuestión del cambio. Esta situación inquieta profundamente la coalición gubernamental. En efecto, en 1974, Giscard d'Estaing ganó la elección escuetamente, y después la influencia de la mayoría tiende a disminuir.

Esto es grave para el poder. En 1974, para asegurar la victoria, la mayoría tuvo que vaciar los cajones. Todas las componentes de la derecha están agrupadas en el Gobierno detrás de Giscard d'Estaing. Ante el descontento creciente, el presidente de la República ya no puede, como en otros tiempos, ofrecer la ilusión del cambio, de una apertura más grande, ampliando su equipo con tal o cual personaje, con tal o cual formación que, hasta entonces, no participaba en el Gobierno. No, ya no hay reserva, y el peligro para la derecha de que los descontentos se muevan hacia la izquierda unida es grande.

Para la derecha, la cuestión que se plantea consiste en crear esta baja del señor Chirac, como primer ministro, al final del verano último. Después, no ha hecho más que desarrollarse, no el fenómeno Chirac, sino lo que nosotros llamamos la operación Giscard-Chirac. Es decir, se trata de una gran puesta en escena para acreditar la idea de que, en lo sucesivo, la derecha tiene dos caras: una más bien autoritaria, encarnada por Chirac, y la otra más bien liberal, representada por Giscard d'Estaing.Esta maniobra puede ser la fuente de, peligrosas ilusiones. Por ello, nuestro partido la combatió desde el principio. Esta operación consiste en echar en los brazos del uno los electores descontentos de la acción del otro, y así dejar entender que queda una alternativa en el seno de la derecha.

Por esto, nuestro partido afirma clara y firmemente que la única alternativa es: toda la derecha alrededor de Giscard d'Estaing, o la izquierda unida sobre el programa común. Y puesto que usted habla de la posibilidad de victoria de la izquierda, quiero decir quenosotros, los comunistas, pensamos que aún nos queda mucho, muchísimo que hacer, para preparar tal victoria. En primer lugar, repito,hay que desenmascarar y hacer fracasar la maniobra de la derecha. Es necesario, también, que la unión de la izquierda refuerce su cohesión y afirme su determinación para poner en marcha una política nueva: la política del programa común.

EL PAIS. En este momento electoral, la mayoría sigue pensando que el programa común conducirá a Francia hacia el colectivismo. ¿Es posible?

Georges Marchais. Usted anota que esta campaña se desarrolla en período electoral. Es, en efecto, una gran maniobra que tiende a desnaturalizar el programa común, el sentido político que propone para Francia. Los hombres de la mayoría se sirven del colectivismo como de un esperpento. Seamos serios: las nacionalizaciones previstas por el programa común representan menos del 1 % del total de las empresas francesas. En lo que respecta a la perspectiva del socialismo de color francés que nosotros hemos expuesto en el XXII congreso, también está clara en este punto. Repito, no es serio.

EL PAIS. La llegada de Jimmy, Carter al poder, ¿favorece o perjudica su perspectiva?

Georges Marcháis. Pongamos las cosas en claro. Cuando los comunistas franceses tienen que formular críticas sobre tal o cual aspecto de la vida en los países socialistas, lo hacen. Pero de ninguna manera estamos de acuerdo con la idea según la cual hay que subordinar el progreso de la distensión a la realización de tal o cual cambio en uno u otro país. Esta idea conduce al espíritu de cruzada, a la guerra fria, a la guerra, simplemente. Un ejemplo: ¿qué se diría si un país socialista se negase a cooperar con Francia, mientras no se adoptase aquí el modo de escrutinio proporcional para las elecciones, porque el modo de escrutinio actual es contrario a la buena regla democrática? Hay que continuar resueltamente la lucha por la distensión internacional, por la paz, por el desarme. En primer lugar, la paz es un bien precioso para los pueblos. Después, porque la paz crea mejores posibilidades para la lucha de los trabajadores por el progreso social y por la democracia.

En segundo lugar, la causa de la libertad es indivisible. Nosotros la defendemos en todas partes, allí en donde está amenazada. Sobre este particular, me resulta difícil dar crédito al presidente de Estados Unidos cuando, repentinamente, se erige en defensor de los derechos del hombre. El imperialismo americano es responsable de los crímenes más graves contra pueblos enteros, como el vietnamita y el cubano. También ha sostenido todos los regímenes fascistas. Y se maniflesta mudo, es decir, cóm plice, ante los crímenes, las torturas que se producen diariamente en Chile, Irán, Corea del Sur, In donesia, etcétera. Y, como se sa be, ejerce una dominación pesa da sobre Europa occidental. Si el presidente Carter, en consecuencia, quiere obrar en beneficio de los derechos del hombre, tendrá trabajo. Por lo demás, no estaría de más que empiece por obrar en su propio país, en donde se ejerce la discriminación racial, en donde 10.000 militantes negros están presos en Wilmington, en donde la CIA espía y ficha a los ciudadanos. En verdad, los dirigentes del mundo capitalista no me parecen especialmente calificados para izar la bandera de la democracia. Nosotros, por el contrario, tenemos las manos limpias por lo que concierne la libertad.

EL PAIS. ¿Cómo aprecia usted la evolución de España hacia la democracia después de la muerte de Franco y que significación cree que podría tener una España democrática en Occidentey, eventualmente, en Europa del Sur?

Georges Marchais. Para los demócratas franceses que, durante decenios, compartieron los sufrimientos y las esperanzas del pueblo español, el hundimiento de la dictadura franquista, el último régimen fascista de Europa, fue una profunda satisfacción.

Las evoluciones realizadas en España los últimos meses tienden a indicar que su país, a pesar del encarnizamiento de los nostálgicos del franquismo, camina hacia la democracia. Nosotros nos sentimos totalmente solidarios, en este sentido, de todos los demócratas españoles, para que se cul mine la democratización. Esto supone se termine con las discriminaciones que perjudican aún al PCE y que impiden su legalización.

La realización de la democracia en España, las elecciones libres (imposibles sin la legalización del PCE), son necesarias para asegurar a España su participación activa en el concierto de las naciones europeas. Y son necesarias para asegurar la profundización de relaciones de cooperación con los países del oeste europeo. Nosotros pensamos que el advenimiento de una España democrática contribuiría enormemente a reforzar las relaciones franco-españolas, a las que nosotros damos gran importancia, en los intercambios económicos, políticos y culturales.

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