Menos callar, todo es disidencia
Somos de todo o nada. Andábamos ayunos de Tom Stoppard y de repente figura en el menú de todos los teatros públicos con el estreno consecutivo de Realidad y de Rock'n'Roll, y el anuncio del montaje de su tríptico La costa de la utopía. Rock'n'Roll habla de lo sucedido en Checoslovaquia entre la Primavera de Praga y el desplome del telón de acero, a través de un profesor universitario comunista de Cambridge y de Jan, alumno suyo checo fascinado con el pop británico.
En el verano de 1968, mientras las tropas de sus aliados del Pacto de Varsovia invaden Checoslovaquia para abortar su intento de humanizar el socialismo real, Jan decide regresar a Praga, donde sus amigos se comprometen con la disidencia, mientras él pasa de política: se cree que el rock cambiará el mundo.
ROCK'N'ROLL
Autor: Tom Stoppard. Traducción: Begoña Barrena. Iluminación: Xavier Clot. Vestuario: María Araujo. Dirección: Àlex Rigola. Producción: Teatre Lliure. Hasta el 14 de marzo. Teatro del Matadero.
La obra se desarrolla con el trasfondo de la Primavera de Praga
El personaje más humano acaba siendo el profesor materialista
Rock'n'Roll es una comedia de ideas, toda discurso salvo algún momento de emoción, donde el dramaturgo británico de padres checos diserta también sobre la expansión de la música anglosajona y sobre poesía sáfica. A través de sus protagonistas muestra tres maneras de situarse frente a la historia: la del viejo profesor Max Morrow, marxista convencido ingenuamente de que tener una ideología altruista implica actuar con una moral conforme; la de Jan, que todo lo fía al supuesto poder transformador del rock, y la de su amigo Ferdi, activista comprometido con los firmantes de la Carta 77, encabezados por Václav Havel.
Paradójicamente, el personaje más humano, el único conmovedor hasta el tuétano, acaba siendo Max, el profesor materialista e hiperracional, porque Lluís Marco, su intérprete, lo llena y por cómo modula las transformaciones que va sufriendo desde 1968 hasta 1990. También Ana Otero (su esposa) y Joan Carreras (Jan) perfilan sus personajes con carnalidad y ánima. La dicción de Chantal Aimée (Esme, hija de Max) resulta artificiosa, quizá por el cambio de lengua: este montaje se estrenó en catalán.
En Rock'n'Roll, Stoppard habla con conocimiento de causa: la pasión con que Jan relata los conciertos de The Plastic People of the Universe es la suya; escuchando a Ferdi pensamos en Havel. Y Max nos recuerda a tantos comunistas que confiaron a pie juntillas en que otro mundo es posible y en la idea roussoniana de la bondad natural. Jan y él no se entienden, pero se quieren, y ésa es la lección que nos dan.
Àlex Rigola, director del Teatre Lliure, ha montado un escenario central, con el público a dos bandas. En la escenografía de Glaenzel y Cristià caben al tiempo la casita de campo de Cambridge, su jardín y el apartamento de Praga, donde Jan intenta vivir ajeno al régimen policial de Husák. Los cambios constantes de época y lugar se hacen al instante, con oscuros breves, como debiera de ser ley en el teatro actual.
En Rock'n'Roll todo sucede en boca de los personajes: pasar, pasa poco. Jan le cuenta a un periodista occidental cómo la censura está a punto de acabar con The Plastic People of the Universe; Ferdi le cuenta a Jan cómo lo encarcelaron; Esme le informa de su divorcio, y así sucesivamente. Por eso, cuando al final él le pide a ella inopinadamente que se venga ya a Praga, en una declaración de amor tácita, es decir, cuando las cosas pasan por fin en vivo, la función sube como un soufflé. Tanta dialéctica hizo las delicias de unos y empachó a otros. Vistos Realidad y Rock'n'Roll, me quedo con el Stoppard primerizo y juguetón de Rosencranz & Guildenstern han muerto y de El verdadero inspector Hound.
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