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Erdogan marca el paso en Turquía

La detención de 67 mandos militares acusados de golpistas dispara la tensión

Juan Carlos Sanz

El Ejército turco comienza a desfilar de vuelta hacia sus cuarteles, mientras se desvanece su imagen de fiero guardián que ha derribado a cuatro gobiernos en el último medio siglo. La policía antiterrorista lanzó el lunes una redada sin precedentes contra mandos de las Fuerzas Armadas, en activo o retirados. Como confirmó durante su visita oficial en Madrid el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, se produjeron 49 arrestos, entre ellos 17 generales y 4 almirantes, seguidos el viernes de otras 18 detenciones. Al menos 33 oficiales han ingresado ya en prisión acusados de organizar en 2003 la llamada Operación Balyoz (Mazo), una estrategia de desestabilización que incluía colocar bombas en dos mezquitas de Estambul durante el rezo del viernes o derribar un caza turco sobre el mar Egeo para implicar a la aviación griega. El objetivo central era sembrar el caos para justificar un golpe de Estado contra el Gobierno del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), dirigido por Erdogan.

La tensión entre políticos y militares que ha jalonado la historia de la Turquía moderna amenaza con volver a dispararse. Pero desde la llegada del AKP al poder, hace siete años, la influencia de las Fuerzas Armadas se ha diluido en el proceso de reformas para el acercamiento de Turquía a la Unión Europea. El Gobierno de Erdogan -un islamista moderado que fue a la cárcel en 1998 por "incitar al odio religioso" en un discurso y que ahora cuenta en su haber con dos aplastantes victorias electorales- ha establecido unas nuevas reglas de juego. La agenda del Consejo de Seguridad Nacional, un órgano constitucional creado tras el golpe de Estado de 1980 en el que los militares dictaban sus directrices, está ahora en manos de un civil. No ha pasado tanto tiempo desde que los uniformados marcaban el paso en Turquía. El primer ministro Necmettin Erbakan se vio forzado a dimitir en 1997 después de que los generales declararan al integrismo islámico como "enemigo interior" a batir en una tensa sesión del Consejo. El Partido del Bienestar de Erbakan, en el que militaban el propio Erdogan y el actual presidente de Turquía, Abdulá Gül, fue disuelto sin contemplaciones por el Tribunal Constitucional, a pesar de ser la fuerza política más votada.

"La actuación policial y de la justicia es un paso adelante hacia la democratización y las reformas", argumenta el columnista político turco Akin Özcer, "y el Ejército tiene la oportunidad de depurar de sus filas a los elementos golpistas". Las últimas intentonas golpistas se fraguaron en el velado pronunciamiento militar en la web, el llamado e-golpe de la Junta de Estado Mayor, para tratar de impedir que Gül fuera elegido jefe de Estado en 2007, y en el proceso de ilegalización del AKP, del que salió absuelto por un solo voto del Constitucional en 2008.

La ola de detenciones y la desarticulación de las tramas golpistas han comenzado a hacer mella en el prestigio del Ejército como "padre fundador" de la República tras la caída del Imperio Otomano. Bajo la vigilancia de jóvenes reclutas que montan guardia día y noche, los militares profesionales turcos y sus familias aún viven casi de espaldas a la sociedad en recintos donde se ubican viviendas, hospitales o centros comerciales para su uso exclusivo.

El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, y la cúpula de las Fuerzas Armadas, en 2005.
El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, y la cúpula de las Fuerzas Armadas, en 2005.AP

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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