El asador de pactos

La reunión de la troika del Gobierno -formada por la vicepresidenta económica y los ministros de Fomento y de Industria- con los representantes de los grupos parlamentarios inició el pasado jueves el diálogo político sobre recuperación del crecimiento y creación de empleo que Zapatero propuso el 11 de febrero en el Congreso -"vamos a poner toda la carne en el asador para buscar un acuerdo"- con grandes esperanzas. A la salida del encuentro, el PP hizo gala de un escepticismo sarcástico y los demás grupos mostraron una prudente cautela. Esta semana seguirán las conversaciones en formato bilateral. Esa negociación tiene un plazo conminatorio de dos meses: además, sus resultados deberían estar operativos antes del próximo 30 de junio.

Se reúne por primera vez la Mesa de Diálogo sobre crecimiento y empleo del Gobierno y los partidos

En principio, los partidos con representación parlamentaria que dialogarán con la troika ministerial siguen negociando asuntos idénticos o emparentados con el grupo del PSOE en el seno de la Cámara, una doble vía superflua y poco respetuosa con el organigrama de los poderes del Estado. La agrupación en cuatro puntos de los temas a discutir tampoco sobresale por su lógica interna, aun sin llegar al extremo de los libérrimos criterios de clasificación de los animales ("pertenecientes al emperador, perros sueltos, innumerables, dibujados con un pincel fínísimo de pelo de camello, que acaban de romper el jarrón, que de lejos parecen moscas, etcétera") de la apócrifa enciclopedia china Emporio celestial de conocimientos benévolos citada por Borges.

La ausencia de cuestiones cruciales o la omisión de problemas graves no debería preocupar a los grupos parlamentarios; el presidente Zapatero se comprometió en el Congreso a "tratar otros temas" y "abrir otros enfoques" a sugerencia de los interlocutores. El enjuiciamiento de los logros obtenidos por la iniciativa gubernamental en favor del diálogo político para la recuperación del crecimiento y la creación de empleo sólo podrá hacerse después de conocerse los resultados. El exceso de retórica y la presentación de los hipotéticos acuerdos multipartitos como la purga de Benito contra la crisis podría ser casi igual de perjudicial que la antipática mueca verde de quienes profetizan su fracaso.

La actitud hacia esa negociación de los actores políticos, obligados a presentarse como abanderados de interés general y a la vez impulsados por el interés partidista de conquistar o defender el poder en las urnas, se halla condicionada por esa doble exigencia. Con su propuesta, el presidente del Gobierno ha salido de las cuerdas: la superación de la crisis y la mejora de sus expectativas electorales son objetivos complementarios para los socialistas. En cambio, esas dos metas resultan contradictorias para los populares: las implicaciones políticas de la crisis económica explican que los intereses partidistas del PP se vean favorecidos por el deterioro de los intereses generales en términos de desempleo, déficit y bajas tasas de crecimiento.