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Tentaciones
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Entrevista:EN PORTADA

Marlango contra Marlango

"Antes nos acordábamos de que hace años se nos acercaba gente que nos decía: 'No cambiéis nunca'. Pobres, lo hacían con la mejor intención y no les puedes contestar: 'Pues mira, que no cambie tu puta madre', que es lo que piensas. Porque no se me ocurre nada peor. Ser siempre igual, con tus chorradas eternamente. Esa cosa del síndrome de Peter Pan, hipertentador, que te hace creer que eres una isla. Afortunadamente, hemos cambiado", dice Alejandro Pelayo, en una sala de ensayo de dos alturas, pensada para una sola banda, que tiene alquilada Marlango. Un lugar curioso, situado en un pequeño polígono de Vallecas. "En otros sitios estás rodeado de 25 bandas metiendo ruido y es más difícil centrarte. Además no suele haber ventanas como aquí", explica Leonor Watling, cigarrillo en mano, mientras cuadra su agenda.

"El pop es algo sencillo. Es difícil cagarla en la huerta del pop" (Alejandro Pelayo)
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Marlango brilla en Madrid

En la parte de arriba, Alejandro y Oscar Ybarra, el tercer componente de Marlango, ponen en marcha el aparataje necesario para los ensayos. Por la tarde llegarán los músicos que les acompañarán en la gira que empieza el 6 de marzo en Guadalajara. Faltan enchufes, el cable necesario no aparece y el que aparece no hace falta. "Me parece que voy a tener que hacer una visita al supermercado del músico", dice el pianista, compositor y ahora además productor del cuarto álbum del trío, Life in a treehouse. "Producir y tocar en el mismo disco es complicado, sí. Es como estar en misa y repicando. Pero, bueno, se lleva bien".

Tiene todo un aire de reencuentro. Abren una caja con pedales y aparece un pequeño peluche que encuentra su sitio sobre el piano de Pelayo. Watling lucha contra el jet lag. Hace cinco días que volvió de Toronto, donde ha rodado If I were you, una comedia dirigida por Joan Car-Wiggin. "¿Es normal esto? Hasta hoy lo llevaba bien, pero cuando me he levantado y estaba ahí mi bebé llorando, pidiendo siesta, he pensado: 'No sabes cómo te entiendo". Ybarra sólo hace unos días que llegó a la ciudad desde Gijón, donde se mudó hace tres años: "Simplemente, me cansé de Madrid. Se está guay al lado de la playa, con mi perro". Tipo inquieto, hace dos años dejó el grupo de surf-rock Los Coronas y ahora acaba de grabar un disco, "mezcla de ZZ Top, Allman Brothers Band y Calexico", con otro de sus proyectos, Pantano.

A primera vista no parece sencillo organizarse. "No lo había pensado. La verdad es que Marlango es la manera que tenemos de comunicarnos Alejandro y yo. Nos juntamos cuando pasa algo muy bueno o muy malo", dice Watling. "O cuando no pasa nada. Dan mucha ansiedad esas semanas en las que no pasa nada. Entonces nos vemos y ensayamos. El grupo es una válvula de escape. Y cuando Oscar baja, se lo enseñamos", completa Pelayo. "O me lo mandan en mp3. Ventajas del mundo moderno", remata Ybarra.

Nada se planifica en Marlango a la hora de grabar, aseguran. Por lo menos, cuando eran más jóvenes, dice el productor: "Me estoy dando cuenta de que ésta ha sido la vez que ha estado todo más organizado. Básicamente, ha hecho falta por los bebés. Pero éste ha sido con diferencia el trabajo más difícil que hemos hecho. Yo he batido el récord del mundo de no dormir en los nueve días que grabamos el disco".

Resulta raro. En apariencia, si algo distingue éste de sus otros trabajos es que es más ligero y alegre. Tiene algo de Fleetwood Mac o 10.000 Maniacs, pop para adultos, simple, campestre, de fácil digestión. Por primera vez no pretenden ser dolientes. "Hemos intentado ser sencillos, usar pocos ingredientes, pero buenos. A la hora de comer, un tomate recién cogido, aceite y sal es insuperable. Con la música pasa lo mismo. El pop es sencillo. Es muy difícil cagarla en la huerta del pop", dice Pelayo. El grupo se parte de la risa con la ocurrencia. Están de buen humor, satisfechos. Se refieren al álbum cómo "nuestra primera comedia". "Pero nuestra tendencia a la melancolía sigue estando ahí. Se sufre mucho haciendo comedia", matiza Watling.

Gran parte de la culpa de esta alegría la tiene que es el primer álbum después del nacimiento de Oliver, el hijo de Alejandro Pelayo, y de Luca, vástago de Leonor con Jorge Drexler, su pareja. Ambos bordean los dos años. "Quieras o no, están presentes. Tanto, que en las maquetas se colaban las voces de los niños jugando. Mira, la canción que cierra el disco, para mí era un descarte. Yo quería una superintensa, pero a los 20 segundos de oírla Oliver decía: '¡Otra!'. Ésta, cuando suena en casa, nuestros hijos bailan. Joder, ¡cómo no la vas a incluir!", explica Pelayo, antes de que Watling continúe con la idea: "Hay una cosa alucinante que descubres más allá de cuánto puedes querer a una persona: lo que te pueden querer a ti. Y eso sí que me vuela la cabeza. Me ha afectado como actriz, cómo cantante, escribiendo… Ya no necesito tanto que el resto del mundo me quiera. Ya me quieren. Es un cambio de protagonista de mis neurosis. Tú das un poco igual. Menos yo, yo, yo". Y, la verdad, es muy descansado.

Life in a treehouse se publica el 2 de marzo en Universal.

<b>Leonor Watling lleva <i>total look</i> de Magpie.</b>
Leonor Watling lleva total look de Magpie.CHUS ANTON
<b>De izquierda a derecha, Oscar Ybarra con <i>total look</i> de G-Star, Watling con camisa y chaleco de Magpie, y Alejandro Pelayo con <i>total look </i>de G-Star y bufanda de Zadig & Voltaire.
Maquillaje y peluquería: María García para Dior y Sebastian. Asistente de fotografía: Lorena Quintana.</b>
De izquierda a derecha, Oscar Ybarra con total look de G-Star, Watling con camisa y chaleco de Magpie, y Alejandro Pelayo con total look de G-Star y bufanda de Zadig & Voltaire. Maquillaje y peluquería: María García para Dior y Sebastian. Asistente de fotografía: Lorena Quintana.CHUS ANTON

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