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Reportaje:

Enrocados por la torre

Vecinos de Irala se enfrentan al Ayuntamiento por la casona medieval de Urizar - El consistorio quiere convertirla en un centro musical

La lucha de los vecinos del barrio bilbaíno de Irala para gestionar como equipamiento social la Casa-torre de Urizar, única en la villa, se remonta a hace casi 30 años, cuando el barrio logró que la familia Lezama-Leguizamón se la cediera al Ayuntamiento, rememoran los residentes. Construida en el siglo XVI, esta casona medieval cuya disposición original se vio afectada por su posterior uso como caserío fue objeto de una remodelación en el siglo XVII. Ahora se halla inmersa en una nueva reestructuración que ha puesto en pie de guerra a varios grupos sociales del Distrito 7.

El principal problema es el futuro uso que el Ayuntamiento dará al inmueble, situado junto al acceso a la autopista por la calle de Juan de Garay. De un lado, los vecinos defienden que la Casa-torre -también conocida como caserío Gina- debería albergar un espacio multifuncional que incluya un área cultural y hostelera en la planta baja -con escenario y espacio para exposiciones- y reservar la segunda como estancia polivalente para desarrollar distintas actividades.

Los residentes han convocado movilizaciones desde el próximo 12 de marzo
El barrio quiere que se habilite un espacio multifuncional de corte cultural

Varios grupos sociales de Irala, incluida la radio local, el grupo de teatro, el equipo de investigación Parte Hartuz de la UPV, la parroquia y varios grupos de rock de la zona, constituyeron hace más de un año una comisión mixta para definir y consensuar dicha propuesta, que nace de un "profundo" estudio de las necesidades reales que tiene la comunidad.

El caso es que el Ayuntamiento ya había decidido, "sin consultar a los vecinos", insonorizar la segunda planta para habilitar allí cinco salas de ensayo para grupos musicales. Así las cosas, la asociación de vecinos de Iralabarri no comprende por qué los responsables municipales no construyen los locales en el sótano de las escuelas de Elejabarri Rekalde, donde los vecinos llevan tiempo demandando un equipamiento de estas características. La comunidad critica además que el consistorio pretende que sea un grupo de Otxarkoaga -donde, según ellos, iban a ubicarse las salas en un principio- el que gestione el servicio.

La iniciativa ni siquiera ha gustado a las bandas de rock que proliferan en el barrio. No ceden ante el proyecto municipal, porque ya disponen de sus propios locales y entienden que ya han demostrado que "no hace falta que nadie regule" su ocio.

No obstante, el Ayuntamiento, que subraya que el barrio ya cuenta con un centro municipal, mantiene su proyecto, si bien acepta la posibilidad de negociar los usos del resto del inmueble con los vecinos, ya que pretende "abrirlo al barrio".

Pese a estar totalmente dispuesta a establecer un diálogo sereno con el Ayuntamiento -de hecho, ya hay una reunión programada para el próximo 11 de marzo entre ambas partes-, la comunidad vecinal ultima un calendario de movilizaciones que arrancarán el 12 de marzo y que se repetirán cada 15 días, según anunció ayer María Jesús Lanciano, una de las residentes en el barrio.

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