Hablemos de la "clase política"

En los últimos tiempos la actividad política se ha venido convirtiendo en un mercadeo constante de declaraciones, imágenes, gestos y reproches entre dos enemigos irreconciliables, al menos, en los temas vitales.

Ya no se busca para nada ese entendimiento que hacía fluir la política dentro de unos canales de respeto y orden, únicamente hay que sobresalir para obtener rédito mediático, para desacreditar al contrario en busca de la aprobación de los fanáticos del partido.

No existen, han desaparecido por completo de los debates las ideas, las fórmulas y los programas, ya no hay que comparar o debatir si tu propuesta es mejor que la mía, si es acaso más útil o beneficiosa para la sociedad, la economía o el medio ambiente, sólo si me dará más o menos votos en las urnas. Y es que, en definitiva, la economía busca la eficiencia.

Los términos se transforman, y para muestra un botón: ¿por qué se habla ahora de "clase política"? Simple y llanamente porque se han mudado a una esfera distinta de la calle, de la esencia política como servicio público, se han profesionalizado y alejado de la realidad diaria de los ciudadanos.

Esperemos, por favor, que no nos apabullen demasiado para la siguiente cita electoral y realmente nos hablen de programas, de proyectos futuros, de cálculos y resultados, pero no de que tal personaje es peor que yo porque soy mejor yo. Porque para oír eso, apago el televisor.