Desparrame tecnológico
La orquesta robótica de Pat Metheny no convence
Pat Metheny es un aventurero incansable. Lo ha sido siempre, nunca se ha conformado con la cómoda condición de ser uno de los mejores guitarristas del mundo (para muchos el mejor en el terreno del jazz y músicas afines). Lo suyo es buscar constantemente. Fue de los primeros en utilizar guitarras sintetizadas de las que salían hasta pajaritos cuando rozaba sus cuerdas. Después regresó a la acústica y desempolvó una guitarra barítono que sorprende por su sonoridad e hizo que un lutier le fabricara una guitarra-arpa con varios mástiles y un par de docenas de cuerdas. Ahora, doble salto mortal sin red, se ha construido toda una orquesta robótica que obedece a sus órdenes desde la guitarra.
No se trata de robots humanoides, sino de instrumentos reales (medio centenar) sobre los que se colocan mazos, baquetas o pulsadores que los hacen sonar en tiempo real. La idea es la misma que la de los antiguos Welte-Mignon, que, a principios del siglo pasado, colocados sobre el piano permitían reproducir obras tocadas por grandes pianistas "en directo". La diferencia estriba en que ahora no son rollos perforados al estilo de las pianolas los que accionan el instrumento, sino que el propio Metheny es quien lo controla todo desde su guitarra. No hay nada pregrabado ni secuenciado, los instrumentos tocan de verdad respondiendo a los impulsos de la guitarra.
Y en medio de esa parafernalia -llenó el escenario del Auditori barcelonés-, Metheny elabora un largo solo de guitarra con un pintoresco acompañamiento. Con otro guitarrista al frente de un experimento, el interés se habría consumido en pocos minutos, pero Metheny posee tal poder de seducción que mantuvo al público entregado durante más de dos horas.
Plásticamente, resulta interesante ver cómo todo aquello se mueve y suena en apariencia solo, pero musicalmente el invento tiene poco recorrido, como mínimo por lo que se pudo ver el domingo en el Auditori. La interrelación que se crea entre dos músicos es imposible transferirla a una máquina que sólo responde a estímulos, no los crea. Una divertida broma con desparrame tecnológico y guitarra virtuosa al frente. Lo mejor de la noche, los dos temas que Metheny tocó en solitario al inicio del concierto.
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