"De momento, Suiza no debe integrarse en la UE"
El jefe de prensa advierte: "La señora presidenta tiene hábitos gastronómicos espartanos". La mujer que inicia su jornada con un simple café negro es alguien realmente muy ocupado. Se trata nada menos que de la presidenta de Suiza. Con apenas 47 años, esta abogada cálida y de sonrisa contagiosa invita a iniciar la charla tras dar un sorbo a su café.
Un tema se impone, pues a lo largo de 2009 Suiza ha dado más titulares a la prensa internacional que nunca. El motivo fue la votación popular sobre la prohibición de construir minaretes en las mezquitas suizas. "Fue una sorpresa que el pueblo aceptara la prohibición", dice, pero aclara un punto, comprensible en un miembro del Partido Demócrata Cristiano: "No hay que olvidar que nuestras raíces son cristianas y el Estado debe reconocer este hecho. Si bien hay que tomar en cuenta los derechos de las minorías reconocidos por la ley, los valores de esas minorías no deben crear conflictos para la mayoría".
La presidenta helvética propone mano dura contra el dinero dudoso
Esta mujer, también ministra de Economía, fue definida por un colaborador como alguien que no cree que el "papá Estado" tenga que resolverle los problemas. Una liberal clásica que se encuentra hoy en Madrid para una visita de Estado en la que se encontrará con el presidente del Gobierno, el rey Juan Carlos y otras autoridades en el marco de la presidencia española de la UE.
¿Puede ser clara sobre una eventual entrada de su país a este club, cada vez más amplio? "¡Claro que puedo!", exclama entre risas, "y mi respuesta es que no estoy de acuerdo, por el momento, con que Suiza deba integrarse en la UE. Es evidente que geográficamente estamos en Europa y nos sentimos plenamente europeos, pero preferimos mantener la vía bilateral".
Leuthard ni mira las pastas y se contenta con mordisquear una manzana antes de responder al otro "gran interrogante" de la actualidad suiza: el supuesto fin del secreto bancario. ¿Cuál es la realidad? "El secreto bancario sigue existiendo para los residentes en Suiza", precisa, "pero el importante cambio es que ya no hacemos diferencia entre evasión y fraude fiscal para los no residentes". Un cambio que ha sacado a Suiza de la "lista gris" de países "no cooperativos" con la OCDE. "Colaboramos con los países que así lo piden cuando hay sospechas fundadas de cuentas fraudulentas, aunque esto no se hace de forma automática. Pero no habrá protección para fondos de origen criminal".
¿Y qué queda entonces de la creencia popular que ve a Suiza, séptima plaza financiera mundial, como el depósito de todo el dinero sucio del universo? La presidenta aclara: "Suiza es más estricta con los fondos de origen dudoso que muchos otros países de Europa. Fuimos los primeros en restituir a sus legítimos dueños la fortuna de dictadores como el filipino Marcos, o Abacha, de Nigeria". Una política que está en el centro de los intereses del Ejecutivo helvético.
Sobre la imponente mesa del despacho de la presidenta, casada con un químico, se ven dos fotos de niños. ¿Son sus hijos? "No, son mis sobrinos". ¿Puede decirse que llegar a lo más alto en política implica renuncias especiales para una mujer? Reflexiona un instante: "Creo que no". Pero, tras una última mirada sin interés a las galletas de chocolate (obviamente) suizo, concluye diciendo: "El problema de las mujeres parece ser que, hagamos lo que hagamos, siempre tenemos miedo de no ser suficientemente competentes".
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