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"No se les ofreció una lágrima"

En el homenaje a Fernando Buesa y Jorge Díez, al que asistieron unas 200 personas, se volvieron a verter ayer muchas lágrimas entre abrazos estrechos. No sólo lloraron sus familiares, sino compañeros de filas como Txiki Benegas o Javier Rojo. Las provocó el recuerdo de sus últimas horas de vida y las que siguieron a la tragedia, que rehizo Txarli Prieto, y, sobre todo, el de la manifestación celebrada cuatro días después.

La división enre nacionalistas y no nacionalistas vivida en aquella marcha ha sido evitada en las últimas ocasiones, pero ayer la evocó con detalle Jesús Prieto Mendaza, como amigo de la familia del ertzaina Jorge Díez. El PNV la convirtió en un acto de exaltación del lehendakari Ibarretxe, relegando a las familias de las dos víctimas. El portavoz de la familia Díez Elorza recordó que él mismo recibió "agresiones, insultos y escupitajos", "miradas de menosprecio" y hubo golpes con ikurrirñas y carteles de Ibarretxe aurrera. Los gritos de ánimo a Ibarretxe chocaron con el silencio, sólo roto por aplausos, del bloque que abrían muy detrás los abatidos familiares.

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La madre del escolta, dijo, le pidió que ayer, en el mismo lugar del atentado, precisase en su nombre que aquel día "sintió que asesinaban por segunda vez a su hijo de modo simbólico". "Lo más personal que un hombre puede ofrecer, además de su sangre, es una lágrima", citó al poeta Lamartine. A los Díez y a los Buesa "no se les ofreció esa lágrima", abundó.

Por ello, "la sombra de aquella manifestación no ha desaparecido" y "diez años después es preciso revindicar aquí que algo hemos de hacer para cerrar las fracturas que se generaron aquella tarde de sábado. No podemos esperar otros diez", pidió.

El lehendakari, Patxi López, destacó que su Gobierno tiene "como principios fundacionales" los anhelos de "pluralismo, diversidad y convivencia y respeto entre sensibilidades diferentes" de Buesa, sin los que "no hay libertad ni país".

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