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OPINIÓN
Columna
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¿Qué fue de Doha?

Joaquín Estefanía

Desde el inicio de la actual crisis se han celebrado tres grandes cumbres del G-20 (Washington, Londres y Pittsburgh), el organismo escogido para encontrar soluciones globales y encauzar una política económica más o menos común en materia de estímulos públicos, regulaciones al sistema financiero, liberalización del comercio y salidas ordenadas a la recesión.

De cada una de esas cumbres ha salido un comunicado. La tendencia de los mismos es muy expresiva: conforme se aleja la fase álgida de la catástrofe (peligro de implosión bancaria, derrumbe de los PIB, etcétera) se van deshilachando los aspectos más reformistas hacia un mayor control de quienes han sido los primeros responsables de la crisis, y las llamadas van adquiriendo un poder simplemente retórico, de déjà vu, poco compatibles con el deseo de aprender las lecciones sobre lo ocurrido, para que no vuelva a repetirse.

De los deseos de los G-20 para acabar con la crisis, el más alejado es la liberalización del comercio mundial

Uno de los aspectos en los que al menos aparentemente nada se ha avanzado es en la conclusión de la Ronda de Doha, para la liberalización del comercio. Este temario ha desaparecido de la superficie de los debates, y cuando algún mandatario hace declaraciones sobre el mismo no son precisamente optimistas.

La Ronda de Doha ha entrado en su noveno año de negociaciones y ya es la más extensa de la historia. La última crisis fue en julio de 2008, cuando los ministros reunidos en Ginebra no alcanzaron un acuerdo en las áreas de agricultura y acceso a los mercados de productos no agrícolas; tras ello, las negociaciones han estado virtualmente suspendidas.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), que ha elaborado un estudio sobre el asunto, entiende que concluir las negociaciones de la Ronda de Doha durante el año en curso sería imperativo por al menos cuatro razones: primero, para cerrar espacios a las políticas de perjuicio al vecino; segundo, porque la credibilidad del sistema multilateral de comercio en su conjunto está siendo negativamente afectado por los repetidos fracasos en concluir la actual Ronda; tercero, para permitir a la Organización Mundial de Comercio (OMC) concentrarse en otros temas centrales para el planeta, como el cambio climático, el comercio de productos energéticos, buscar la limitación de las prácticas discriminatorias en la contratación pública y disciplinar la competencia basada en subsidios; por último, para recuperar las ganancias económicas involucradas en el comercio, que apoyarían la recuperación de la economía mundial en el difícil contexto poscrisis previsto para los próximos años.

Los acuerdos de Bretton Woods de después de la Segunda Guerra Mundial crearon instituciones tan relevantes como el Banco Mundial o el FMI, pero los países del mundo no fueron capaces de generar hasta medio siglo después una organización internacional para el comercio. Lo que demuestra los latidos nacionalistas de este sector económico.

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