Afán recaudatorio
Tráfico anuncia -a bombo y platillo- la inminente instalación de cerca de 200 radares fijos, principalmente en las rectas de las autovías, al objeto de que las velocidades se cumplan. Omiten -resulta evidente que de forma premeditada- el claro afán recaudatorio que se persigue con esta medida, puesto que se trata de unas máquinas pero que muy rentables.
No se han parado por lo visto a pensar que, en lugar de gastar esas ingentes cantidades de dinero en ampliar un pelín más la red de sofisticados radares actuales, se podía aumentar la ajustada plantilla de los agentes de que se dispone, mejorarles las limitadas dotaciones con que cuentan, o preocuparse mucho más de las infraestructuras viales existentes, que en definitiva redundaría en una mayor seguridad del conductor.
Aunque lo más práctico tal vez sería que, en lugar de ofrecer tanta ayuda económica a la industria automovilística como han hecho últimamente, obligaran a los fabricantes de coches a sacar modelos al mercado que no pudieran alcanzar esas escandalosas cifras de velocidad a las que -lamentablemente- nos tienen tan acostumbrados.
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