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Columna
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Más risas

David Trueba

El entrevistador le pregunta al político: "¿Usted que prometió construir 80 millones de viviendas de protección oficial en el área metropolitana de Londres y que después de cuatro años ni tan sólo ha construido tres, se siente un poco decepcionado?". Y el político responde: "No, en absoluto. Y además, si quiere le puedo dar una respuesta emitiendo sonidos guturales rarísimos que sé hacer". Este diálogo, absurdo pero de gran realismo si uno piensa en cómo los políticos torean las preguntas comprometidas sin sonrojo, es un extracto del mítico programa de televisión de la BBC Monty Python Flying Circus. En el Plus siguen emitiendo el documental en seis partes sobre la vida creativa del grupo de humor, algo que han llamado La versión de los abogados, porque en sus declaraciones late un pacto de no agresión.

Fueron gente variopinta salida de la universidad, capaz de crear una obra de conjunto que perdura en el tiempo, sin renunciar ninguno de ellos a las particularidades de su carácter. Son supervivientes de la mejor época de la televisión inglesa, donde continuaban el trabajo de otros genios como Spike Milligan, cuando la televisión exprimía sus posibilidades creativas. Cimentaron la idea definitiva de eso que se llama humor inglés y que consiste en una sucesión de afilada inteligencia pasada por la batidora del dadaísmo.

En general, uno siempre tiende a la melancolía cuando menciona la BBC. Los freudianos dirían que es envidia de tele. Sabemos por las declaraciones de los Monty Python que su relación con la cadena pública británica no fue un camino de rosas, sino que las espinas más afiladas tenían el nombre de censura, corrección política e incomprensión, pero al menos se les permitía trabajar desde el surrealismo, el absurdo y el zarandeo de todas las ideas adquiridas. Los fanáticos del grupo siguen rememorando los mejores hallazgos, desde los concursos para resumir las obras de Proust en 15 segundos hasta la Maratón para incontinentes o el Ministerio de andares ridículos, pero lo más contundente sigue siendo pensar en un canal público que permitió el nacimiento de una gran generación de dramaturgos, de cineastas, de actores y de cómicos que se convertirían en la mayor riqueza exportable del Reino Unido, en una bandera del país que no deja de ondear tantos años después.

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