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Reportaje:ECONOMÍA GLOBAL

Geithner pasa al asiento trasero

El secretario del Tesoro pierde influencia en la política económica de EE UU

El temporal de nieve ayudó a enfriar unos días la retórica política en Washington. Pero que la naturaleza colapsara la capital de EE UU no impidió que unos 380 kilómetros más al norte, en Wall Street, se sigan haciendo quinielas muy en serio sobre el futuro del equipo económico del presidente Barack Obama. Y el peor parado es el titular del Tesoro, Timothy Geithner.

La cosa está que arde tras la derrota demócrata en Massachusetts, corazón del EE UU progresista. El republicano Scott Brown se hizo con el asiento ocupado durante tres décadas por Ted Kennedy e hizo temblar los resortes del poder en el Capitolio. Dos días después, Obama salió a escena con su última iniciativa legislativa, la Volcker rule, para acabar con los excesos de la banca.

Paul Volcker ha logrado imponer su criterio en la reforma bancaria
Es sometido a linchamiento cada vez que comparece en el Congreso

La respuesta del presidente fue percibida como un cambio en su círculo de máxima confianza. ¿A quién escucha más Obama cuando se trata de economía? La conclusión es que el inquilino de la Casa Blanca no quiere que los policías buenos sean los que lleven la voz cantante. Quiere mano dura frente a los guardianes de Wall Street, alguien capaz de plantar cara a firmas como Goldman Sachs. Un papel de policía malo que ansiaba por tener Paul Volcker, que fue presidente de la Reserva Federal durante los mandatos de Jimmy Carter y Ronald Reagan.

Geithner se fijó tres objetivos cuando llegó al Tesoro. Su prioridad fue estabilizar y reparar el sistema financiero tras el derrumbe de Lehman Brothers. En paralelo, intentó contener la ola de desahucios en el sector inmobiliario. Y todo esto, mientras daba estímulos al sector privado para que volviera a asumir el papel de motor que le corresponde en el crecimiento.

Pero a la vista de la reacción de Obama, no parece que esté muy contento con su trabajo un año después. Por si no bastara, Geithner es sometido a un linchamiento constante cada vez que se somete al examen del Congreso por su papel en el rescate multimillonario de la aseguradora AIG. Los legisladores le culpan de casi todos los males que acechan a EE UU.

El mismo día en que Geithner defendió el proyecto de presupuesto para 2011, Volcker hacía lo propio con la idea del presidente de separar las actividades de los grandes holdings bancarios para impedir que el dinero de los depósitos se invierta en actividades de alto riesgo. El tono que usaron los senadores para cuestionar a ambos fue muy diferente, nada que ver.

En el Capitolio no se fían de Timothy Geithner, porque le ven como el defensor de un sistema roto. Su idea de reforma pasa más por reforzar la supervisión y dejar las reglas como están. Pero la propuesta de Paul Volcker cambia esa estrategia. Busca reescribirlas y hacerlas más duras. Y con el paro próximo al 10%, los senadores escuchan a los electores independientes que piden un cambio.

Geithner no es la única figura que se ve desplazada con la resurrección de Volcker. Larry Summers, secretario del Tesoro en la última etapa de Clinton como presidente, era otro pilar clave de grupo conocido como comité para arreglar el mundo. Summers, como Geithner, es de la visión de que se debe hacer lo posible para que los mercados funcionen sin la interferencia pública. Es el principio defendido por Ben Bernanke desde la Reserva Federal.

Y junto a Robert Rubin, que también fue secretario del Tesoro con Clinton, Larry Summers fue el artífice de que se revocara a final de 1999 la Ley Glass-Steagall, nacida durante la Gran Depresión para separar el negocio de banca comercial y de inversión. El entonces presidente del organismo regulador del mercado de valores (SEC), Arthur Levitt, se alineó con ellos. Es la base que utiliza Volcker para construir su iniciativa.

Volcker ya formó parte del equipo de asesores económicos de Obama cuando el presidente aspiraba a la Casa Blanca. Pero su papel quedó relegado a un segundo plano desde el momento en que Geithner se hizo con el Tesoro y Summers con la dirección del Consejo de Economía Nacional. El presidente le puso al frente de un consejo asesor para la recuperación económica.

Obama mantuvo aparcada sus ideas durante casi nueve meses. Pero el ex presidente de la Fed nunca perdió la esperanza y trabajó entre bastidores para que el senador republicano John McCain lograra introducir en diciembre una legislación para levantar ese muro entre los dos negocios de la banca. En ese momento, el presidente le sacó del armario y escuchó su idea.

Volcker, a sus 82 años, sigue siendo una persona tenaz, con una fuerte convicción y muy íntegra. Y si su visión se impone ahora es porque Obama empieza a estar ansioso ante el estancamiento de la reforma financiera. Quiere más. Joseph Stiglitz, economista laureado con el Nobel, ve un distanciamiento en el seno de la Casa Blanca de los que estaban a favor de la desregulación.

Volcker logra de esta manera colocarse entre el presidente y los dos arquitectos de la Obamanomics. Independientemente de que la propuesta prospere o no en el Senado, el presidente opta con claridad por rentabilizar la rabia popular contra la banca para, con un lenguaje anti-Wall Street similar al de su campaña, intentar reconducir su presidencia y contener la revuelta demócrata.

El nuevo giro estratégico está siendo manejado por el jefe del Gabinete de la Casa Blanca, Rahm Emanuel, y el asesor político del presidente, David Axelrod, convertidos en los dos principales aliados de Volcker. Los que quieren una reforma financiera más radical seguirán jugando en el equipo. Los que no, pasan al banquillo mientras se define su futuro.

El presidente Obama mira a su secretario del Tesoro, Timothy Geithner, el  4 de febrero en la Casa Blanca.
El presidente Obama mira a su secretario del Tesoro, Timothy Geithner, el 4 de febrero en la Casa Blanca.REUTERS

Quiniela de posibles sucesores

El giro en la política económica de Barack Obama podría continuar con una remodelación de su equipo. Si optara por dar ese paso, Janet Yellen podría ser la elegida para el puesto más alto del Tesoro en sustitución de Timothy Geithner.

La presidenta de la Reserva Federal de San Francisco ya se citó cuando la renovación de Ben Bernanke para un segundo mandato al frente del Banco Central comenzó a cuestionarse.

También se habla de Alan Blinder, profesor en Princeton. Es muy respetado en el ámbito financiero. Fue asesor del presidente Bill Clinton y vicepresidente de la Reserva Federal. Pero el eterno candidato demócrata es Roger Altman. Como fundador del pequeño banco de inversión Evercore, Altman sería además la persona ideal para los intereses de Wall Street.

También sale a colación el nombre de Brooksley Born, ex presidente del organismo regulador del mercado de opciones, por la oposición firme que ejerció frente a la suspensión de la Ley Glass-Steagall. Y el de Jamie Dimon, presidente ejecutivo de JP Morgan Chase. Es el único banquero respetado en Washington, pero buena parte de la opinión pública lo incluyen en el grupo de los grandes villanos.

Hay medios que se atreven a meter incluso en el paquete a Eric Smith, el consejero delegado de Google, por su proximidad a la Casa Blanca. Pero en Wall Street se ve poco probable esta opción porque es evidente que no tiene conocimiento sobre el funcionamiento y compleja estructurada la industria financiera. Lo suyo es la innovación, y ahí tiene mucho que aportar. -

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