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Columna
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Animales en la vía

A todo articulista se le supone cierto ingenio, pero a veces la realidad asoma tan bien condimentada que ni siquiera hay que cocinarla para que torne grotesca. Hace unos días un estudio foral reveló que el número de animales que irrumpieron en las carreteras de Vizcaya creció un 17% en 2009. Nunca pensamos que los estudios a los que se consagra el poder público alcanzaran extremos tan sensibles. Ciertamente, el porcentaje se apoya en un riguroso examen cuantitativo. En 2009 se internaron en las carreteras vizcaínas un total de 96 ejemplares, cifra superior a los 84 que lo hicieron en el año anterior. Las especies responsables de esta irreverente ocupación de la vía pública conforman un amplio abanico: perros, gatos, cabras, tejones, zorros, vacas y animales de corral. Así son las cosas y así se las hemos contado.

Lástima que el estudio no haya profundizado hasta el final en esta grave problemática, a fin de que tengamos una visión omnicomprensiva de la misma. Las preguntas surgen por doquier: cuando hablamos de aves de corral, ¿a qué aves de corral nos referimos? Parafraseando a Carver, ¿de qué hablamos cuando hablamos de aves de corral? Sería necesario afrontar estas cuestiones: ¿cuántos gallos?, ¿cuántas gallinas?, ¿cuántos pollos? Lleguemos hasta el fin: ¿y codornices? "Variables externas", al decir de los responsables del estudio, explican este incremento de las cifras. Y la variable externa principal ha sido el abandono de mascotas, aunque se nos hace complicado concebir una variable que no sea "externa" para explicar las incursiones zoológicas en las carreteras del paisito.

Atxaga escribió un gran poema sobre un erizo que atraviesa la autopista por la noche, muy ufano, seguro de sí mismo, bajo la protección de su blindaje de púas. Su vida es tan sencilla, su experiencia tan limitada, que no puede interpretar qué significan dos focos de luz que se acercan vertiginosamente hacia él. El erizo, al final, no alcanza a comprender que muy pronto va a morir. Y es que la vida, la verdadera vida, se halla más cerca de la literatura que de cualquier expresión numérica, estadística, científica o burocrática. No hay esdrújulo que sirva para esto. El erizo de Atxaga nos dice más del erizo, del tiempo, de la vida, de la muerte y de nosotros que todo un ejército de datos cuidadosamente elaborados en las dársenas administrativas de la diputación más próxima.

Con la intriga de no saber qué aves de corral se han visto directamente implicadas, podemos asegurar que en Vizcaya la invasión de carreteras por parte de animales ha crecido un 17% en 2009. Y desde esta tribuna deseamos, con cívico fervor, que en 2010 asistamos a una apreciable disminución (un 25%, por ejemplo) en las cifras de esta lacra, lo cual redundará en una mejora del bienestar general, según toca decir cada vez que toca decir algo.

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