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Columna
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Milagros

Cuando le rescataron sin heridas graves tras 28 días bajo los escombros de un mercado, la madre del joven haitiano aseguró que Dios le había impedido morir. Es comprensible, y a una madre todo se le perdona después de tanto dolor y angustia. Pero es que él mismo ha relatado que alguien le estuvo dando agua. Sin duda, muchas víctimas sepultadas elevaron sus oraciones: una mujer de 69 años dijo que no había parado de rezar y de cantar en varios días, rogando que la sacaran de allí. Cada cual concluya, según ideología, si fueron las plegarias o la música, captadas por los equipos rastreadores, las que hicieron posible su localización a tiempo. Salvador Pániker asegura que rezar es como cantar jondo. Y siempre recuerdo (perdonen la anécdota familiar) cuando mi hijo, exento desde su nacimiento de religiones ni doctrinas de temor a ningún Dios, me apremiaba para conseguir cierto deseo, no por infantil menos intenso: "Tú que sabes rezar, reza".

Tener fe en la salvación (no la eterna, la de aquí) también debe ayudar lo suyo. Desde Haití, poblada por gentes machacadas, duras, supervivientes natas, se ha informado alegremente de unos cuantos milagros. Igual que son calificadas como prodigiosas las operaciones, curas y partos en medio de la devastación. Milagro es un acto del poder divino, superior al orden natural y a las fuerzas humanas, pero también llamamos así, en versión laica, a cualquier cosa extraordinaria y sorprendente. Y cuando escarbas en su origen y explicación resultan bastante más terrenales de lo que conviene a los traficantes de quimeras (sinónimo de milagrero: charlatán, embaucador, estafador).

Aquí al lado, en Daimiel, dice un titular reciente que también se ha obrado el milagro, ya que las Tablas han ganado 1.700 hectáreas inundadas. Mediando un trasvase de emergencia desde el Alto Tajo y un mes de lluvias, por supuesto.

Ved cómo la lengua y sus construcciones más tópicas nos gastan malas pasadas, por eso aún hablamos de huracanes bíblicos, de sequías y plagas como castigos divinos. Olvidamos que ya Kant y Voltaire descubrieron que la naturaleza es autónoma y que sería más útil dedicar los esfuerzos a avanzar en la ciencia sismológica que en aplacar la supuesta cólera de un todopoderoso desconocido que, en caso de existir, o ha resultado muy durito de oído o está fuera de cobertura.

Para acabar diré que creo que la oración de Zapatero ante los ricos y beatos de Washington intentaba simplemente recordarles que sus libros sagrados, además de a múltiples violencias, también impelen a actos de bondad y justicia que no se ven por ninguna parte. Más grima da Laura Chinchilla, nueva presidenta de Costa Rica y politóloga de profesión, invocando al Altísimo para que la ayude a gobernar. Y la juez Cherie Booth, piadosa esposa del converso Tony Blair, sentenciando eximente la fe religiosa de un delincuente convicto y confeso. Un milagro de raigambre histórica y universal: a la trena sólo van las criaturas sin Dios.

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