Réquiem por la Orquesta de la Academia
Directores y ex músicos del conjunto del Liceo lamentan su desaparición
"La Orquesta de la Academia del Liceo nos ofrecía a los jóvenes la oportunidad de trabajar en un conjunto sinfónico profesional y cobrando. Y tener una nómina es de lo más difícil para un músico". Trabajo y experiencia, eso es lo que el violinista vasco Asier Suberbiola valora más de su paso, en 2007 y 2008, por la orquesta de jóvenes que tras siete años de existencia el Teatro del Liceo de Barcelona ha suprimido por falta de ayudas.
Poder vivir de la música es el sueño de los jóvenes cuando salen del conservatorio. Las orquestas de jóvenes que existen en España son un puente a la profesionalización, pero la de la Academia del Liceo, más allá de los consejos en forma de clases que los músicos que la integraron recibían un par de veces al mes, les ofrecía la oportunidad de trabajar como profesionales durante un periodo máximo de dos años. "Nos hemos quedado sin trabajo", dice resignado el viola madrileño Felipe Escalada, que hasta diciembre pasado formó parte del conjunto. Pese a no tener la oportunidad de continuar un año más tras pasar las pruebas de una nueva selección, Escalada ha sacado de su paso por el teatro un contrato como músico de refuerzo de la Orquesta del Liceo para los conciertos de los próximos 17 y 19 de febrero en que interpretarán el oratorio Elías, de Mendelssohn. "Si no hubiera estado allí no me habrían conocido y ahora no estaría ensayando", reconoce.
En la Orquesta de la Academia, Felipe Escalada también conoció a Suberbiola, el violinista británico Alex Cameron y al violonchelista italiano Diego Palerm con los que en noviembre pasado formó el Aupa Quartet, un cuarteto de jazz y música balcánica que ya actúo el pasado jueves en Barcelona y lo volverá a hacer el 18 de febrero en un bar de la avenida del Tibidabo. "El nivel de la Orquesta de la Academia era bueno y la disposición de sus músicos, entusiasta", recuerda David Giménez, que les dirigió en dos ocasiones. Y añade: "Es una pena que desaparezca un conjunto que era una buena cantera". Miquel Ortega, quien les dirigió en el foso del Teatro Gayarre de Pamplona en la ópera I puritani, recuerda la entrega de los músicos, aunque también que les faltaba experiencia. "Es lamentable que desaparezca un proyecto como éste, una plataforma para que los jóvenes adquieran profesionalidad. La cultura, como siempre, en el furgón de cola".
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