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Columna
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Un tremendo error

Si Dios o Pepe Blanco no lo remedian el gobierno central presentará un recurso de inconstitucionalidad contra la Lei de Caixas. Si así sucede el PSOE habrá cometido una equivocación estratégica que comprometerá su futuro en Galicia y será un regalo inesperado para la derecha. Si en un sólo año Núñez Feijóo demostró ser incapaz de conformar un gobierno capaz, se obstinó en crear una fractura social a cuenta del gallego y comprobó en sus carnes que Galicia ya no es aquel estanque de la era Fraga, ese recurso, sin embargo, le dará nuevas alas.

Y si no, al tiempo. Que el PSOE le ponga en jaque precisamente por lo único que ha hecho bien -democratizar unas cajas en las que sus directivos campan por sus respetos, con notoria indiferencia para la economía del país y los fines sociales que justifican su existencia- y, en realidad, después de rectificar sus propias posiciones, no es sino una paradoja y una inconsecuencia difíciles de entender. Más grave aún es que lo haga nadie sabe exactamente para qué, pero con el riesgo de aparecer como el partido responsable de la pérdida del ahorro gallego. Sólo Abel Caballero, ahora al frente del nuevo populismo viguista, puede salir bien parado de disparate tan mayúsculo.

El PSOE pone en jaque a Feijóo por lo único que ha hecho bien, la Lei de Caixas

Esa decisión vendrá después de meses en los que el rigor del debate ha sido mínimo y ha estado condicionado hasta niveles insoportables por intereses espurios. El barullo ha llegado a tal nivel que las preguntas más simples, aquellas que no admiten sino respuestas inequívocas, se han evaporado en el aire y en su lugar han comparecido los viejos demonios familiares: esa rudimentaria confrontación Vigo/A Coruña más digna de tribus paleolíticas que de sociedades modernas dotadas de buen juicio. La demagogia y la desinformación se han multiplicado sólo para oponerse a una fusión que, sin embargo (y a falta de que alguien nos aclare cuales son las otras alternativas disponibles) parece ser la única vía para que las entidades gallegas lo sigan siendo.

El recurso, en efecto puede llevar aparejada la absorción de Caixa Galicia y la dilución de Caixanova. Las dos caixas se irían por el sumidero y, con ellas, una parte decisiva de nuestra autonomía. Aunque los directivos de la caja viguesa no paran de repetir que está en mejor posición sería muy cortés por su parte que respondieran a la pregunta de si piensan acudir a los fondos del FROB. Si lo hacen, dada su negativa a considerar a Caixa Galicia como opción, ello llevará aparejada su disolución en una entidad extraña a Galicia. Uno no deja de preguntarse por qué, si es cierto que está tan saneada, no ven en la fusión la posibilidad de incrementar su propio negocio, como sería natural.

Si ese recurso causa la pérdida de las dos entidades financieras la beneficiaria será, presumiblemente Caja Madrid, entidad en dificultades, en manos del PP, que necesita absorber una caja del tamaño de la gallega. Y todos sabemos de lo que hablamos: su ex presidente Miguel Blesa ha sugerido que sería muy bueno que se fusionase con La Caixa catalana pero, como él mismo apuntó, "todo el mundo se lo tomó a chufla". En la España de hoy el infatuado centralismo madrileño de ningún modo puede perder su caja. Galicia, por supuesto, sí puede, incluso con el aplauso de una parte de los gallegos en un espectáculo nada edificante. En la neurasténica España de hoy es curioso comprobar qué cosas son concebibles y cuáles no.

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Por lo demás, a nadie se le pueden escapar las derivadas políticas de ese recurso. Una estrategia que abocase a la desaparición de las dos entidades gallegas restaría legitimidad al PSdG y lo haría aparecer como una marioneta, borraría de un plumazo la polarización registrada en el país desde las elecciones del 1 de Marzo -que tanto ha perjudicado al PP- y, para más inri, le conferiría a Feijóo la impronta de ser el adalid de la galleguidad financiera. La oposición entre gobierno central y parlamento gallego borraría durante meses del mapa los otros debates -sobre la suerte de los servicios sociales, sobre la desprotección del territorio- ahora en curso en el país y provocaría rifirrafes entre socialistas y nacionalistas a la mayor gloria del actual presidente.

Pero, sin duda, si se presenta será porque mentes brillantes lo han urdido. Y puesto que no pueden ser tan tontos que ignoren todos estos pormenores, ni hay que pensar que les guste ser señalados por la calle como aquellos que alentaron la desaparición de las caixas gallegas y la pérdida de la última Alhama, lanzando un misil contra sí mismos y los intereses económicos de su país, es de suponer que cuentan con eso que se llama "información privilegiada". Y también, que su mirada brilla con más fuerza mirando más lejos. Ahora bien, este modesto comentarista, ignorante de tales horizontes y perplejo sin guía, no sabe hacia dónde.

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