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Crónica:SEVILLA 2 - VALENCIA 1 | 20ª jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

Navas inventa otro taconazo de lujo

El Sevilla remata al Valencia con un golazo de Negredo tras un majestuoso pase del extremo

Rafael Pineda

Así es el Sevilla. Y así está vivo en las tres competiciones, regresa a las posiciones de la Champions y supera con aparente facilidad al Valencia, que llegaba al Sánchez Pizjuán tras la mejor primera vuelta de su historia a domicilio. No es bonito, no enamora, no se ruboriza por practicar un fútbol de defensa, presión y salida al contragolpe. Victoria extraída de su manual particular, con un gol a balón parado y otro después de una fulgurante contra esculpida por la calidad de Jesús Navas y la definición de Negredo. La jornada, sin duda, se recordará por dos pases de tacón de jugadores especiales. El Sevilla tiene a Navas como el Madrid a Guti, ambos tocados por la excelencia. Todo lo que el equipo andaluz tiene de rutinario se traslada a otra dimensión cuando el extremo entra en escena. Su carrera y su pase a Negredo fueron inolvidables, así como la ejecución del delantero. Si hay algún problema, lo resuelve Palop. Triunfo sobre un Valencia medroso que sólo se soltó en el último cuarto de hora. Sólo entonces soltó amarras y se acercó en el marcador. Una pena tanto talento desaprovechado. A medias por la energía del Sevilla y por la racanería de Unai Emery, técnico al que el partido le vino grande.

SEVILLA 2 - VALENCIA 1

Sevilla: Palop; Adriano, Stankevicius, Escudé, Fernando Navarro; Jesús Navas, Zokora, Renato, Perotti (Diego Capel, m. 70); Kanouté (Luis Fabiano. m. 64) y Negredo (Romaric, m. 74). No utilizados: Javi Varas; Lolo, Marc Valiente y Duscher.

Valencia: César; Miguel, Alexis, David Navarro, Bruno; Albelda, Marchena (Banega, m. 56); Pablo Hernández (Zigic, m. 56), Silva (Domínguez, m. 86), Mata; y Villa. No utilizados: Moyà; Dealbert, Vicente y Baraja.

Goles: 1-0. M. 21. Negredo. 2-0. M. 68. Negredo. 2-1. M. 90. David Navarro.

Árbitro: Pérez Lasa. Amonestó a Zokora, Albelda, David Navarro, Stankevicius, Escudé, Perotti, Bruno y Zigic.

Unos 38.000 espectadores en el estadio Sánchez Pizjuán.

Tal y como andan las cosas en la Liga, el Sevilla y el Valencia son dos equipos de parecido corte, potencial y facultades para pelear por el trono de los mortales, ese pedazo de gloria que todavía resiste tras el fabuloso universo del Barcelona y el ascenso del Madrid, en el que renace Guti. Ante rivales tan monumentales, la tercera plaza sabe a gloria y, con el permiso del Deportivo y el Mallorca, está destinada a uno de estos dos conjuntos.

Engolosinado con la Copa y a las puertas de los octavos de final de la Liga de Campeones, el Sevilla llevaba un tiempo alejado de las formas que le concedieron galones de alternativa. El Valencia, al ritmo de Silva y con los goles de Villa como mejor aval, se plantaba en el Sánchez Pizjuán en posesión de lo que el Sevilla desea y, además, con seis puntos de ventaja. Por eso el cuadro de Manolo Jiménez no iba a regalar lo más mínimo. Volvían Zokora y Kanouté y el entrenador andaluz ordenó adelantar la línea de presión para que el Valencia comenzara a sufrir justo donde el fútbol se genera.

Habría que preguntarse por qué Emery le dio el mando de su equipo a Albelda y Marchena. Sin exponer lo más mínimo, buscando más el empate que la yugular del Sevilla, este Valencia acobardado facilitó el camino de su rival. Tanto elenco de calidad sobre el campo para un producto mediocre, salvado quizá por las incursiones de Navas y el derroche de facultades de Zokora. Llamaba la atención tanto talento desaprovechado en el Valencia, impregnado por su medroso entrenador. El Sevilla, ya se sabe, no es un prodigio jugando al fútbol, pero compite, presiona y saca petróleo de jugadas como la del primer gol, de pura estrategia. Buen saque de esquina de Perotti, prolongación de Escudé y anticipación de Negredo en el segundo palo. Mecánico, sin brillo, pero muy efectivo.

Resultaba asombroso que el presunto poderío atacante del Valencia se resumiera en un par de disparos tímidos de Villa, que su juego no tuviera continuidad ni confianza, que no transmitiera nada. Mientras tanto, el Sevilla, a lo suyo, a presionar y salir con rapidez. La cuestión no era tanto aumentar el 1-0 como preservarlo. Emery intentó desatascar a su equipo con la entrada de Banega y se encontró con un golazo espectacular. Sólo entonces, demasiado tarde, sin duda, se liberó Villa para gozar de dos ocasiones muy claras. David Navarro recortó distancias, pero... nada más.

Negredo observa la trayectoria del balón en la vaselina que no pudo alcanzar César.
Negredo observa la trayectoria del balón en la vaselina que no pudo alcanzar César.JAVIER BARBANCHO

Otro taconazo de lujo

El madridista Guti acaparó ayer todas las portadas por su taconazo en Riazor, pero Jesús Navas y Negredo se empeñaron en acapararlas hoy. Así que se inventaron una jugada de dibujos animados, la que supuso el segundo gol del Sevilla, el que parecía cerrar el partido. Perdió el Valencia el balón en el centro del campo y raudo salió al contragolpe el Sevilla. Llegó la pelota a Navas, que esprintó por el carril central. Al borde del área se encontró con David Navarro, al que se quitó de encima de la forma más original. Con el pie derecho mandó el balón a su izquierda, golpeándolo suavemente, con el tacón. Dejó solo a Negredo, que decidió poner colofón a la jugada de la mejor manera posible, con una vaselina perfecta, ejecutada con su pie izquierdo, por encima de César.

Era el segundo gol de Negredo en el partido, el séptimo que logra en el torneo, la primera vez que repetía en el mismo choque. Una obra maestra. Con los dos tantos del chaval de Vallecas, el Sevilla alcanzaba el cuarto puesto, regresando a una plaza de Liga de Campeones en la que no había figurado en las cuatro últimas jornadas.

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