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ESTA SEMANA
Columna
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Candidata

El PA tiene ya candidata a la alcaldía de Sevilla en la persona de su secretaria general, Pilar González. Nunca como ahora la designación de esta importante responsabilidad ha pasado tan desapercibida, lo que da una idea del escaso peso específico con que cuenta en la actualidad. González ha de llevar de nuevo a su partido al Ayuntamiento de donde salió fruto de la incompetencia de sus anteriores responsables encabezados siempre por su líder en la sombra, Alejandro Rojas-Marcos. El estado de postración en el que se encuentra el partido se extiende por toda Andalucía hasta el punto de que se antoja, prácticamente, imposible pensar en su recuperación a corto o medio plazo.

Ni siquiera las inquietantes expectativas de los socialistas sevillanos les hacen albergar esperanzas toda vez que, además, en la franja en la que ellos se mueven les ha surgido una seria competencia con la UPyD de Rosa Díaz.

En el caso de Sevilla hay que recordar, igualmente, que la opción de González tiene algo de gesto a la desesperada, ya que se produce después de que se le ofreciera a la ex concejal andalucista, Paola Vivancos, cómodamente asentada en la Oficina del Defensor del Pueblo como adjunta. Ese intento frustrado de recuperarla para la tarea municipal contrastaba, también, con la defenestración que sufrió la propia Vivancos por parte de la dirección provincial del partido en manos, entonces, de José Luis Villar en 2005. Así que González no ha tenido más remedio que saltar a la arena y asumir personalmente el reto sin poder tampoco evitar que se visualice el corto banquillo de los andalucistas no sólo ya en la capital sino, también, en otras ciudades y pueblos. Ni siquiera la incorporación del PSA ha supuesto revulsivo alguno a una formación política que adolece de un liderazgo claro y con un marco de referencia sin base alguna, sobre todo, después de que decidieran quedarse al margen de la última reforma del Estatuto andaluz.

La orfandad es tal que no es de extrañar que siga en las próximas semanas la sangría de alcaldes andalucistas que se marchan a otras fuerzas políticas como ya ha ocurrido en distintos municipios de las provincias de Huelva o Málaga.

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