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Gaüeca revisa en el Artium su paradójica trayectoria artística

El autor suma autobiografía e ironía en sus trabajos

Miguel Ángel Gaüeca (Gatika, 1967) confirma en su exposición Deals, shapes and void ("Tratos, formas y vacío"), que ayer presentó en el Artium de Vitoria, una trayectoria marcada por la paradoja y el cuestionamiento, con claros componentes autobiográficos, referencias a la historia del arte, ironía y elegancia, eso sí, sin olvidar nunca el rigor en la práctica artística.

La muestra supone también una antológica de la experiencia vital de Gaüeca, más reconocido fuera que en su tierra, que ayer se mostró emocionado cuando la diputada de Cultura, Lorena López de Lacalle, le presentó como artista vasco. "Es la primera vez que se me reconoce como tal, como si el arte vasco sólo fuera el cubo", ironizó.

"Disfruto por igual en una tienda de Todo a 100 que en el Louvre"

El título de la exposición remite a ese periodo de la infancia en el que "se sale del cascarón, cuando el niño descubre que la vida no es como se la han contado". A partir de ahí se desarrolla todo un itinerario por la producción del creador vizcaíno en estos últimos ocho años. Sus aportaciones, que a veces pueden resultar frívolas, quedan marcadas siempre por la ironía e incluso por la mala leche.

En esta ocasión, se ha desnudado más que nunca, al presentar en el primer espacio de Deals, shapes and void una suerte de recreación de su propio estudio, "el subconsciente del artista, donde se exhiben obras que nunca se han visto ni se volverán a exponer, porque las deseché en su momento", explicó ayer.

Tras este caos organizado que es la trastienda de todo creador, llega la presentación de su última obra, en forma de fotografías. Sobre las cuatro paredes verticales de un gran cubo que ocupa el centro de la sala, se repasan otros tantos proyectos creativos de Gaüeca, desde los retratos que durante los últimos tiempos ha elaborado para la revista Aux, hasta la revisión de los géneros clásicos del bodegón y el paisaje, sin olvidar sus personales autorretratos, críticos, siempre sugerentes.

La exposición concluye con una pequeña selección de esculturas, con las que el artista vizcaíno ha querido poner en cuestión las diferencias entre la alta y la baja cultura. "No me importa reconocer que disfruto por igual en una tienda de Todo a 100 que en el Louvre", comentó provocador.

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