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Columna
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Una cuestión de confianza

La cuenta atrás electoral promete un espectáculo entretenido, pero poco edificante. Parece que los líderes de los partidos en el Gobierno -formado por el PSC, ERC e ICV para el 37% de los catalanes que todavía no lo han pillado- no han tenido tiempo de leer la última encuesta del Centro de Estudios de Opinión (CEO). La valoración del tripartito es alarmante para sus intereses. El 55% de los ciudadanos consideran que el Gobierno catalán no sabe cómo resolver los problemas del país, su labor se puntúa con un 5 y el nivel de confianza también se sitúa en el aprobado raspado. En el último año ha disminuido la confianza en el Gobierno para el 41,8% de los encuestados y el 45,7% de los ciudadanos consideran que el dinero público se gestiona con poca eficiencia.

Difícilmente la coalición que forma el tripartito va a mejorar su cohesión ahora, ni va a haber grandes cumbres para poner orden

Si se va a los temas concretos de gestión, el panorama no es tan claro. Cuando se pregunta a los ciudadanos qué partido es mejor para resolver los problemas, Convergència i Unió gana en la economia, la principal preocupación de los consultados. En cambio, por lo que respecta a infraestructuras, educación, cultura, trabajo, protección social, salud, igualdad, inmigración, justicia y seguridad, los ciudadanos prefieren la gestión del PSC, y la de ICV para cuestiones de medio ambiente.

El CEO muestra lo que el Gobierno sabe pero no acierta a combatir: su acción no se rentabiliza en términos de previsiones electorales. La misma encuesta asegura (49%) que el nivel de autogobierno continúa igual, a pesar de algunos avances en la financiación y el traspaso de infraestructuras, que en buena medida el recurso del Estatuto ante el Tribunal Constitucional ayuda a esconder.

Lo más fácil y sólo una parte de la verdad es atribuir el ruido del Gobierno a problemas de comunicación. Pero que el tripartito no tenga un portavoz no es casualidad, sino fruto de la voluntad de neutralizar egos y atribuir así a un presidente poco parlanchín el protagonismo. Resultado: silencios espesos y mucho rumor partidista, además de nula cohesión del Gobierno desde el principio.

El propio presidente reconoció en el Parlament un exceso de "tacticismo" tras el psicodrama de la aprobación de la reforma del impuesto de sucesiones. ¿Tacticismo? Podemos empezar a hablar de oportunismo y de electoralismo permanente. El último episodio es la incoherencia de Ascó, que afecta al presidente, pero también a la oposición. ¿Cómo Montila y Mas, los dos a favor de la construcción de un cementerio nuclear, acaban haciendo el paripé en contra? Las elecciones están demasiado cerca para admitir un debate tranquilo sobre la energía nuclear y parece que los ciudadanos no merecen escuchar los mismos discursos que se hacen como ministro o en foros como el Círculo de Economía, donde Mas se preguntaba si es lo mejor continuar pagando a Francia por una electricidad que producen las nucleares del otro lado de una frontera tan cercana.

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El alcalde de Ascó, Rafael Vidal, ha recordado que tenemos ya tres almacenes, uno en cada reactor, que suman 1.200 toneladas de combustible gastado y que el confinamiento en uno solo parece una opción más segura.

El tema de la energía nuclear es otro de los que merecen información compleja, atreverse a pensar de nuevo más allá del Nucleares no, gracias y gestión seria. Es básicamente una cuestión de confianza. Si en Francia la energía nuclear es de capital público y el Estado tiene un cierto prestigio, aquí es privada y nos ha dado más de un susto infravalorando y escondiendo a la opinión pública incidentes graves que al final generan una gran desconfianza.

Ascó ha vuelto a mostrar posiciones irreconciliables dentro del tripartito y el oportunismo de unos y otros para evitar ser antipáticos a la opinión pública.

La encuesta del CEO asegura que lo que menos les gusta a los ciudadanos del Gobierno son las desavenencias. Pero también dice que los políticos son el segundo problema para los catalanes. Hablar claro y cumplir lo que se dice ayudaría a recuperar prestigio. Difícilmente la coalición va a mejorar su cohesión ahora, ni va a haber grandes cumbres para poner orden. Pero deberían ir algo más allá de la filosofía de ese gran conocedor de la energía nuclear llamado Homer Simpson: "Normalmente no rezo, pero si estás ahí, ¡por favor, sálvame, Superman!".

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