La rodilla y Murray rinden a Nadal
El tenista español abandona por lesión cuando perdía por dos sets ante el británico y deja de ser el 'número dos' mundial - Es su undécima derrota en 12 partidos contra los otros 10 mejores
Retorcido por el suelo, Rafael Nadal tiene el rostro desencajado. Marcha 5-5 en la segunda manga contra el británico Andy Murray en los cuartos de final del Abierto de Australia. Nadal pega con un martillo. Murray contraataca con instinto asesino cuando su rival saca y se cae al suelo. Ahí empieza el drama del español. Es 5-5 y bola de break para Murray. Es 5-5 y una bola para sentenciar al campeón actual, que es en ese momento un tenista luminoso, a la altura de su leyenda. Es 5-5 y en esos peloteos se decide el destino del duelo: entre ese instante y el desempate perdido, Nadal acude a una dejada, fuerza su cuerpo como un contorsionista y se deja la rodilla derecha en el camino. Por séptima vez en su carrera, no será capaz de terminar un partido (3-6, 6-7 y 0-3; la anterior retirada había sido en 2008 ante el ruso Nikolay Davydenko en el torneo de París-Bercy). Es además su cuarta lesión de rodilla en cuatro años y su undécima derrota en sus últimos 12 enfrentamientos con los otros 10 mejores del mundo. Nadal ya no juega en Melbourne. Nadal ya no es el número dos. Nadal se hizo anoche una ecografía para saber qué le duele.
El español llama al fisioterapeuta (3-6, 6-7, 0-1 y 0-15) y le señala la parte superior de la rodilla derecha, el punto de inserción del tendón rotuliano, lugar maldito, causa de que en 2009 no disputara el torneo Queen's ni Wimbledon (también renunció al de Dubai, en febrero, tras lesionarse en la final del de Rotterdam). El mallorquín, que ya no juega con las cintas que le protegían las articulaciones, vuelve a la pista con todo en contra: 3-6, 6-7 y 0-1. Tiene dos opciones: que le masacren o dar el asunto por concluido.
La decisión, igual que cuando resolvió no jugar la Copa de Maestros de 2008, la final de la Copa Davis de aquel año o el torneo de Dubai de 2009, siempre por problemas en las rodillas, tiene más alcance que el del propio partido. Nadal sólo está por detrás en el marcador porque delante hay un tenista de una pieza, capaz de salvar siete de ocho bolas de break en la primera manga, de aguantar el vendaval de fuerza huracanada que le sopla desde el otro lado de la pista y de resistir sus propios dolores de espalda. Nadal, tremendo, sólo pierde porque delante está Murray. Nadal, fortísimo, va por detrás porque Murray es un talento. En el fondo, el manacorense toma su decisión en función de un recuerdo. Hace casi justo un año perdió por 0-6 el tercer set de la final de Rotterdam tras sufrir un pinchazo en una rodilla. Jugaba contra Murray.
"Me dije: 'No repitas el mismo error. Llega al límite, pero no lo cruces", reconoce luego Nadal; "es triste, pero hay mucha gente que está mucho peor. Cada vez que me agachaba me dolía. No podía ni sacar. No soy hombre de retiradas. Le he pedido a Andy [Murray] disculpas. No tengo ninguna intención de estar en casa parado. El próximo torneo es dentro de dos semanas. Confío en estar recuperado".
Nadal tiene fama de indomable. Las dudas, sin embargo, anidan ahora en su cerebro. Se vio en las ocasiones perdidas, dos de 12 puntos de break convertidos y dos roturas de ventaja desperdiciadas en las dos mangas disputadas al completo. Se vio en su retirada, sensata decisión que quizá no habría tomado en el pasado. Y se vio en el vestuario, al que acudieron los suyos: su entrenador, con el que habló 40 minutos; su agente; su padre; su fisio... "Está afectado, pero no vamos a hacer un drama", resumió Toni Nadal, su tío, mentor y técnico.
Murray se enfrentará en las semifinales al croata Marin Cilic, verdugo del estadounidense Andy Roddick. Nadal depende de los resultados del escocés y de los del serbio Novak Djokovic, que juega hoy contra el francés Jo-Wilfried Tsonga, para salir de Melbourne como número tres o cuatro. Ayer no acabó su partido. Hoy espera un diagnóstico. Y el mañana lo mira con optimismo. "No jugaba así de bien desde que gané aquí [en 2009]", argumentó; "he jugado otra vez a mi máximo nivel. Los dos primeros sets fueron increíbles. A pesar de todo, me voy feliz. El final del torneo fue feo, pero esperanzador".
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