Dos hermanos contra el pesimismo
"España demostrará ante Alemania que es un gran equipo", afirman Alberto y Raúl Entrerríos
"¡Venga, Raúl!", espolea Alberto Entrerríos a su hermano menor. Se llevan cinco años y nunca han estado en el mismo equipo. Sin embargo, desde que Juan Carlos Pastor llamó a Raúl para el Campeonato del Mundo de Túnez 2005, los dos han coincidido muchas veces en la selección española de balonmano. "Es una de las pocas ocasiones en que podemos vernos y comunicarnos directamente, sin fotos ni mensajes", comenta divertido Alberto. No obstante, el pasado lunes vivieron una de esas situaciones que ya creían olvidadas: España perdió por seis goles ante Polonia en un pésimo partido.
"Jugamos muy mal", confiesa Alberto; "no estuvimos bien ni en el ataque ni en la defensa. Quedamos tocados y sufrimos una gran decepción. Pero no estamos muertos. Fue un bajón y mañana [por hoy, 18.15 (Canal + D y Teledeporte)], ante Alemania, volveremos a demostrar que somos un buen equipo". Campeona mundial en 2007, Alemania se encuentra en plena renovación y su proyección ha caído. "No está en su mejor nivel, pero sigue siendo un gran conjunto y, además, tendrá el público a su favor", agrega Raúl, "pero creo que remontaremos. El objetivo ahora es ganar los dos próximos encuentros".
"La selección nos da la ocasión de vernos y no tener que recurrir a las fotos y los mensajes"
Venciendo a Alemania y Eslovenia, España mantendría sus posibilidades de alcanzar las semifinales si las carambolas de los resultados le ayudasen. Los Entrerríos lo saben y esperan volver a ser piezas fundamentales en la primera línea del conjunto de Valero Rivera. "Han aportado mucho y siguen aportándolo", afirma el seleccionador.
A los 33 años, Alberto acaba de alcanzar las 200 internacionalidades y Raúl supera ya las 100 con 28. "Al contrario de lo que nos ocurrió en el Mundial de Croacia 2009, esta vez empezamos con buen pie el Europeo y nos mantuvimos imbatidos hasta el choque con Polonia. Hay muchos jugadores nuevos y todos somos más fuertes psicológicamente. Sabremos remontar y ganarnos la clasificación para el Mundial de Suecia [lo harán los tres primeros y el cuarto si Francia está entre aquéllos]", afirma Alberto.
Aunque en la pista aseguran que ni se ven, existe una admiración mutua. "Para mí, Alberto ha sido siempre un ejemplo", confiesa Raúl; "brilla en aspectos colectivos y sabe cómo hacer jugar al equipo. Individualmente, tiene una gran técnica, finta, su lanzamiento es eléctrico... Pero lo más destacable son las situaciones que crea para los compañeros. Les abre espacios, busca al pivote... Es el modelo de jugador que aspiro a ser". Con mucha menos corpulencia y unas características de juego distintas, Raúl nunca podrá lanzar ni jugar como Alberto. "Pero en la mayoría de las cosas que dice de mí le identifico a él", dice éste; "su trayectoria es brillante. Llegó al León muy joven y se convirtió en el líder. Su evolución ha sido espectacular y eso le ha llevado a la selección. Piensa más en el equipo que en sí mismo y se está convirtiendo en el quebradero de cabeza principal de todos los rivales".
Sus trayectorias han sido distintas. Mientras Alberto comenzó en el Naranco, en Oviedo, y prosiguió en el León para entrar luego en los dos grandes equipos de la Liga Asobal, el Barcelona y el Ciudad Real, Raúl comenzó en Gijón, estuvo seis años en el León cuando su hermano ya se había ido y lleva tres en el Valladolid. "De niños, jugábamos con el balón en el pasillo y en la habitación de casa", recuerda Alberto, "pero nuestras vidas se fueron separando. Cada cual ha hecho su carrera, aunque siempre nos hemos mantenido muy unidos. Nos vemos poco. Cuando nos juntamos en la selección, aprovechamos para tomarnos alguna cerveza o salir a pasear".
En el equipo nacional, Raúl va adquiriendo peso como central para sustituir o dar descanso a Chema Rodríguez. Alberto es más rematador. Pero la experiencia de uno y otro resulta decisiva.
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