La rebelión de los xenófobos
- "Venden equipos como si fueran camisetas".
Joseph Blatter, presidente de la FIFA, quejándose del fútbol inglés.
Inglaterra es el país más xenófobo de Europa. No quieren nuestra moneda; nos obligan a mostrar nuestros pasaportes cuando atravesamos sus fronteras; se sienten diferentes y, en muchos casos, superiores a los demás. Por eso ha sido tan raro ver cómo a lo largo de la primera década del siglo XX han aceptado, sin pestañear, que personajes extranjeros compren sus venerables y adorados clubes de fútbol, incluso que dirijan su selección nacional. Pero, a comienzos de la segunda década del siglo, algo está cambiando. Hay señales de que los ingleses están empezando a rebelarse contra las fuerzas extranjeras de ocupación.
Los aficionados ingleses empiezan ahora a protestar contra los extranjeros que compran sus equipos de fútbol
No contra Fabio Capello, el seleccionador italiano que muchos creen les llevará a la gloria en el Mundial de Suráfrica, pero sí contra los guiris que se han adueñado de siete de los 22 equipos de la Premier League, con más (entre ellos el Arsenal) aparentemente en camino. Han contribuido a la riqueza sin precedentes del fútbol inglés, pero muchos de repente se cuestionan si reside más valor en tener gente al mando que hace lo que hace no por dinero, ni por vanidad (comprar un club de fútbol como comprar un Lamborghini), sino por pasión. Si uno les preguntase a los aficionados del Manchester United o del Liverpool si preferirían tener presidentes a la española, individuos que por más defectos que tengan sienten los colores con fervor, o los fríos empresarios estadounidenses que se han hecho con sus clubes, la mayoría optaría, sin ninguna duda, por la opción spanish.
Las deudas que ha acumulado la familia Glazer durante su paso por el United, con pagos de intereses brutales cada año, han puesto en duda la capacidad del club más potente del país de seguir compitiendo al máximo nivel. Tras vender a Cristiano Ronaldo el verano pasado no se descarta la posibilidad de que tengan que vender a Wayne Rooney, su otra gran estrella, el que viene. En el Liverpool, sus dueños son un par de señores mayores de Estados Unidos (para colmo se detestan) que también han endeudado el club y minado su capacidad de retener a los mejores. Ya se habla de que Fernando Torres y Steven Gerrard, los dos cracks del equipo, se podrían ir a fin de temporada.
Entre las víctimas de la invasión extranjera se encuentra también el modesto Portsmouth, cuyo dueño es un saudí llamado Ali al-Faraj. El equipo todavía está en la Premier League, pero el club está al borde de la bancarrota y la desaparición. En cuanto al Queens Park Rangers, de Segunda, los sueños de gloria de Flavio Briatore y Bernie Ecclestone, polémicas figuras del mundo de la fórmula uno, se han desvanecido desde que compraron el club londinense en 2006. Han contratado a 12 entrenadores en este período y ninguno ha dado la más mínima señal de poder ascender el equipo a la Premier.
Una interesante entrevista esta semana en el Guardian con el entrenador del Stoke City añadió leña al fuego. Tony Pulis fue despedido del Stoke en 2005 cuando el club fue comprado por un consorcio islandés. Pero un año después los islandeses se fueron y tomó el mando un aficionado de toda la vida -no sólo inglés sino nacido en la propia ciudad de Stoke- llamado Peter Coates. Lo primero que hizo fue volver a contratar como entrenador a Pulis y en 2008 el equipo ascendió a la Premier. Ahí sigue, colocado en un muy respetable undécimo lugar en la Liga inglesa.
"¿Dueños extranjeros? ¡No me hables!", dijo Pulis al Guardian. "Hoy tengo un presidente aquí que nació y se crió en Stoke. Es un fanático total del club. Como su hijo, como su nieto. Todos fanáticos del Stoke City. Nos da una gran tranquilidad saber que el club es lo primero para él, que lo antepone a cualquier otra cosa".
Por otro lado, no todos los dueños extranjeros tienen mala fama en Inglaterra. Roman Abramovich, el ruso del Chelsea, ha ido volcando tanto su corazón casi tanto como su billetera en el club desde que lo compró el club en 2003, y ha cosechado un éxito tras otro. Pero sí es verdad que los aficionados del Manchester United y del Liverpool darían mucho por poder decir que los presidentes de sus equipos -como los del Stoke o el Barcelona, o el Sevilla o el Villarreal- son nativos de su tierra y fans de toda la vida.
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