El valor de un barómetro

El valor de un barómetro, sobre todo en lo que a la intención de voto se refiere, cuando todavía faltan más de dos años para la celebración de las elecciones, es muy limitado. Esto es algo sobradamente conocido y sobre lo que no es necesario insistir.

Ahora bien, ello no quiere decir que el resultado de un barómetro como el del IESA que se ha conocido la semana pasada no sea políticamente significativo y que no deba prestársele la atención que merece. Todo lo contrario. Buena prueba de ello es la atención que ha merecido en prácticamente todos los medios de comunicación de toda España. Mientras que los anteriores barómetros de IESA llamaban la atención de los medios de comunicación andaluces exclusivamente, este último ha sido noticia en el conjunto del Estado.

La razón de que así haya sido salta a la vista. Se trata del primer barómetro realizado por IESA en el que el PP supera al PSOE en intención de voto. No en intención directa, pero sí en intención de voto una vez cocinada la encuesta.

Es verdad que no es la primera vez que el PP supera al PSOE en intención de voto en un estudio de opinión. En 1996 el PP llegó a superar al PSOE por bastante más de algo más de un punto y medio. Pero no lo es menos que 1996 fue el año en el que la crisis interna del PSOE, como consecuencia de la huida del ex director de la Guardia Civil, Luis Roldán, la detención del Gobernador del Banco de España, Mariano Rubio, y algunos otros incidentes, había llegado a su punto más alto. Exceptuando ese momento, no había ocurrido en ningún otro que el PSOE no superara al PP en Andalucía, y por una distancia considerable, en todos los estudios de opinión fiables.

Lo significativo de este barómetro es que se ha realizado en un momento en el que no hay crisis en el interior del PSOE, a diferencia de lo que ocurre en el interior del PP, que sí tiene que enfrentarse a asuntos de corrupción tan llamativos como el caso Gürtel o tan generalizados como los que se están investigando en Palma de Mallorca, que ha conducido ya al procesamiento de algunos miembros del Gobierno de Jaume Matas y que puede acabar conduciendo al procesamiento de este último.

El indicador de intención de voto es un toque de atención, al que la dirección del socialismo andaluz debe prestar la atención que merece. No hay por qué obsesionarse con el dato, entre otras cosas, porque otros de los datos que el barómetro suministra son favorables para el PSOE y desfavorables para el PP, o mejor dicho, menos desfavorables para el PSOE que para el PP, porque favorables no lo son para ninguno de los dos. Pero sí debe hacerle pensar que es más que probable que en las próximas elecciones autonómicas lo va a tener más difícil de lo que lo ha tenido desde el 94 y el 96 y que, en consecuencia, su margen de error se reduce de manera considerable.

En este contexto, cobra especial importancia la celebración de las elecciones municipales que se celebrarán, éstas sí con seguridad, en la primavera de 2011. No da la impresión de que la dirección socialista las esté preparando como debería estar haciéndolo ya.

En todo caso, lo que sí parece claro es que las próximas elecciones autonómicas van a ser unas elecciones competidas, en las que el resultado no va a estar prácticamente predecidido antes de que los ciudadanos acudan a las urnas, como ha ocurrido con frecuencia en el pasado. Esto debería obligar a cada uno de los competidores a sacar lo mejor de sí mismo. Pero no siempre ocurre. En el pasado ha sido el PP el que no ha sabido competir en Andalucía y así le ha ido. Pero no hay nada que garantice que esto no le pueda ocurrir al PSOE en el futuro.