El Getafe asalta Mallorca

Con un fútbol primoroso, en el que manda el balón por encima de los dorsales y los contragolpes son la marca de la casa, el Getafe asaltó con nota alta la plaza del Mallorca -ahí es nada, pues nadie lo había conseguido en los 11 partidos oficiales anteriores, de la Liga y la Copa, después de cinco meses de temporada- y cobró ventaja ante un adversario con mucha fama y poca garra.

El miedo escénico, que decían los antiguos, aunque fuera en el hogar de un club que hasta anoche había ganado todo lo que jugó en el fortín del Ono Estadi pese a los problemas institucionales y financieros que le colapsan, no amilanó al cuadro de Míchel, que no sacó más tajada por culpa de la tiritona final y la puntería desviada de sus atacantes. Soldado y Manu del Moral, estelar en su función de extremo, rondaron el partido entero la portería de Lux, que vio las orejas al lobo, pero apenas tuvo que aplicarse porque los remates del Getafe iban tan ajustados que siempre se cantaban fuera.

Ése fue el guión de principio a fin, con el Getafe llamando a la puerta, Parejo al galope y el Mallorca durmiendo al personal, hasta que Pedro Ríos dio la razón a su entrenador con la segunda parte ya en vereda. Menos mediático que Pedro León, que reposaba en el banquillo, el interior andaluz cuajó una buena actuación con sus desbordes y sus centros. Uno de ellos dibujó una parábola perfecta y lo enganchó con la zurda Manu del Moral, libre de marcaje en el segundo palo, tras un contraataque que pilló a medio Mallorca de romería.

Tocada y mucho menos comprometida, la escuadra de Gregorio Manzano trató de sobreponerse achicando el campo, con Martí y Mario Suárez cumpliendo a destajo, apelando a las luces del Chori Castro y algún remate de Aduriz, que obligó a Ustari a revolverse como un guepardo en un cabezazo. La acción confirmó que no era la noche de Aduriz, pero sí la de Miku. El punta venezolano, por el que el Getafe mantuvo un pulso con el Málaga que sonaba disparatado, robó la cartera a Rubén en su debut y metió al equipo madrileño prácticamente en las semifinales. Fiel a la popularidad que se gasta, el central bermellón se hizo un lío con su sombra y regaló él solito el pase.

Su falta de temple la medio arregló Castro, que resucitó al Mallorca cuando el partido se moría ya. El uruguayo acudió al rescate con un gol raso y cruzado en el descuento en el que quizá Ustari pudo hacer más y que castigó a un Getafe que, por momentos, fue un torbellino.