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Crónica:
Crónica
Texto informativo con interpretación

Granollers tumba a Soderling

El español, 'número 113' del mundo, derrota al 'ocho' tras perder las dos primeras mangas

Fue un día de furia, de gritos en la pista, de dolores compartidos sobre el cemento y aliviados por los fisioterapeutas. Marcel Granollers, el número 113 del tenis mundial, consiguió ayer la victoria más importante de su carrera jugando contra la lógica, su cabeza y un adversario temible, el sueco Robin Soderling, el ocho, al que el español despidió con un 5-7, 2-6, 6-4, 6-4 y 6-2 del Abierto de Australia.

Cumplidas las dos primeras horas de partido, Granollers siente que le fallan las piernas, que le duele todo, que ya va dos sets abajo y que sus resultados de los últimos tiempos no justifican el pensar en la remontada. Entonces, decide apostar por la ceguera. Marcador en contra, invisible. El banquillo, vacío y mudo, sin entrenador que le guíe, invisible. Precedentes, la estadística que dice que nunca ha superado dos mangas en contra, invisibles. Se quedan solos Granollers, la pista y la pelota: "Si piensas que vas perdiendo", razona luego, "se te hace muy duro". Cumplidas tres horas y 21 minutos, ha ganado a Soderling. Perro Loco no va a seguir jugando en Melbourne.

"Ahora, después de un partido así, estoy contento", razona luego ante los periodistas Granollers, de 23 años, que se enfrentará en la segunda ronda al colombiano Falla, que derrotó por 7-5, 6-3 y 6-1 al brasileño Daniel, al que las autoridades buscaban ayer para saber si había empujado contra el suelo a una espectadora.

"Cada partido es diferente y el de la segunda eliminatoria será durísimo", continuó Granollers, que hasta ayer sólo sumaba una victoria contra cualquier tenista que estuviera entre los diez primeros del mundo. "A ver si me sale otro partido como éste", deseó.

Soderling se marchó sin decir nada. Con él se fueron sus gritos, su victoria sobre Federer en la pretemporada, su final de Roland Garros en 2009 y aquel partido que ganó a Nadal en París. Fue un favorito despeñado, superado por los dolores en un codo y por un contrincante inesperado, Granollers, doblista antes que nada, espigado, con la envergadura de un titán y la sutileza en la red de los tenistas que juegan por parejas. Acabó el barcelonés con calambres, atendido en los cuádriceps con 4-1 a su favor en el quinto set. Su futuro en el torneo es imprevisible, una incógnita. Pero ayer fue un gigante.

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