La princesa del pop llega al Real
Alicia Keys es la primera artista sin repertorio clásico que actúa en el teatro
Su voz la precedió en un escenario muy especial. Segura de sí misma pero sin ser arrogante, Alicia Keys se sentó al piano en el Teatro Real sabiendo que era la primera artista pop que entraba en el templo madrileño de la ópera. "Estoy muy agradecida por tocar en un sitio tan bonito", anunció a los 1.500 invitados. Ellos le interrumpieron con una ovación. Sólo abandonó el escenario en momentos muy puntuales, porque ella se siente a gusto así, y ayer demostró que sabe muy bien de qué va su trabajo. Una propuesta de soul ligero, suave, al que Keys incorpora otros estilos, especialmente pop. Batería, guitarra, bajo, un sintetizador y un par de coristas es apoyo suficiente para esta artista a la que le gusta asumir la producción, grabación y sobre todo, la composición e interpretación de los temas.
La mayor ovación, con el público en pie, fue para Alejandro Sanz
Keys sabe venderse a sí misma, en el buen sentido de la palabra. Sabe cantar, el público disfruta con sus variaciones de los temas, y uno casi quiere verla llegar al límite, sufrir aunque sea un poco. No se permite ningún desliz, ninguna nota fallida, porque sabe lo que hace. Somete la pasión al control, y puede desmelenarse sin perder nunca el camino, y no por ello resulta fría.
Así ocurre cuando empieza a tocar Falling, y ella juega con las notas mientras el público celebra aquel primer disco que le dio fama mundial. Acababa de publicar su debú Song in A minor. Era 2001 y tenía 21 años. Alicia juega con el título de la canción, lo acaricia, lo ataca con fuerza, y la gente reacciona. Uno de sus fans, Joel, comentará que si la gente no ha sido más efusiva no es por culpa de los incondicionales. "Los que queríamos ver el concierto nos hemos conformado con entradas muy malas. La prensa y los famosos ocupaban los mejores asientos", comenta con disgusto. Pero la artista no se rinde. Pide al público que cante. No tiene mucho éxito: ella lo hace demasiado bien. Da un poco de reparo estropearle a los demás el concierto.
Pero con No one y Falling es diferente, y ella no se queja. "Me encanta mi música, no me importa que me pidan siempre las canciones antiguas", ha comentado antes de empezar a tocar, mientras bebe té. Lleva el pelo recogido y sonríe, no parece nerviosa: "Me encanta improvisar. En el escenario, en el estudio... Si me siento cómoda, puedo llegar a hacer cualquier cosa".
Las improvisaciones de Keys nunca la dejan fuera de juego, ni siquiera cuando anuncia que va a tocar un tema nuevo, Try sleeping with a broken heart. Sobre una silla alta, la neoyorquina y la banda cumplen a la perfección. Con No one se volverá a levantar, siempre sonriendo, caminando sin dificultad sobre los tacones. Enseguida regresa al piano, el instrumento que le ha permitido saltar, de los barrios marginales de Nueva York a los escenarios de todo el mundo, presentando el disco The elements of freedom. Una mujer, en las primeras filas, grita. "Alicia Keys en el Real", como si no se lo acabara de creer. Temas como Karma, You don't know why, Distance & time y, por supuesto, Falling y No one, aunque la mayor ovación, que puso al público en pie, fue para el inesperado Alejandro Sanz.
La artista cumplimenta un gran concierto. Su anterior álbum, As I am, alcanzó el número uno. En España fue disco de platino, con más de 60.000 ejemplares vendidos. La intérprete ha vendido más de 30 millones de sus cuatro álbumes publicados Song in a minor, The diary of Alicia Keys, MTV unplugged, As I am y el larga duración que presenta, The elements of freedom.
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