Tapas hasta la madrugada

Igual que el restaurante Aspen, su local anexo, Aspen Bar abre todos los días del año de doce de la mañana a dos de la madrugada. Horario larguísimo que de jueves a sábado se prolonga hasta las tres. No se quedan atrás sus cocinas, que ofrecen pequeños bocaditos en franjas horarias inacabables, desde el mediodía hasta la medianoche, los 365 días del año. Todo un récord. A pesar de que el lugar siempre cuenta con clientes, a partir de media tarde cobra una animación inusitada. Eso sin mencionar los fines de semana, en los que, sobre todo al mediodía, resulta comprometido hacerse con una mesa o acceder con tranquilidad a su barra.

Se trata de un espacio informal, dotado de una gran terraza que comparte con el propio restaurante Aspen, casa madre pionera en la última etapa de expansión de la Plaza de la Moraleja, donde el empresario Miguel Arias ha apostado por una comida desenfadada que en cierto modo sigue las pautas de su famoso Flanigan de Puerto Portals (Mallorca). En el interior de este cóctel-bar se ofrecen las mejores bebidas premium, champañas, vinos por copas, además de numerosos cócteles y, por supuesto, tapas. Pinchos y raciones para picar que suponen un recorrido por lo más típico y lo mejor de los bares españoles tradicionales. Es acertada la ensaladilla rusa, aceptables las croquetas de jamón y reconfortante la morcilla de Burgos. Tampoco desentona la ensalada de tomates con ventresca de bonito ni la tortilla de patatas "como Dios manda", superior a la de otros lugares. Ni decepciona el foie-gras mi-cuit, ni los calamares en aros o el rape empanado en taquitos. Surtido de bocaditos que se pueden reforzar con algunas especialidades del propio Aspen, como los callos, entre los más suaves del mapa madrileño. Y para concluir, algunos dulces como su famosa tarta de queso, la tarta de limón, el brownie con helado de vainilla y su tarta fina de manzana, icono del desaparecido restaurante Las Cuatro Estaciones.