Ucrania deja atrás los sueños de la 'revolución naranja'
Los candidatos prorrusos son favoritos para las elecciones del domingo
El presidente de Ucrania, Víctor Yúshenko, acusó ayer a su primera ministra, Yulia Timoshenko, y al líder de la oposición, Víctor Yanukóvich, los favoritos en las elecciones presidenciales del domingo 17, de ser "proyectos del Kremlin" para acabar con la política democrática y proeuropea de Kiev. En una rueda de prensa televisada por el primer canal nacional, Yúshenko se presentó como el portador de la independencia nacional para reanimar sus escasas posibilidades de ser reelegido en el puesto al que llegó en enero de 2005, como depositario de los sueños de la revolución naranja.
Cinco años después, aquellas expectativas en gran parte no han sido satisfechas y en la sociedad hay decepción por la destructiva rivalidad entre Yúshenko y Timoshenko, los dos líderes naranja, y también ansia de caras nuevas. Según los sondeos, Yanukóvich, oriundo de la zona minera de Donbás y con apoyo en las regiones industriales del este, obtendría la mayoría (entre el 28% y el 44% de los votos), seguido de la carismática y astuta Timoshenko (del 16% al 19%). El tercero sería el tecnócrata Serguéi Tigipko, ex ministro de finanzas y banquero, que es la revelación de la campaña. Yúshenko, muy por debajo, no llegaría ni al 5%.
Como presidente, Yúshenko, financiero de formación, se ha concentrado en temas históricos o simbólicos como la "identidad ucraniana" y la "construcción del Estado" y lo ha hecho con sesgo antirruso, lo que ha contrariado a parte de la ciudadanía, sobre todo en las regiones orientales, muy vinculadas culturalmente con Rusia. El ruso es la lengua materna de un 30% de los ciudadanos de Ucrania. El Kremlin no simpatiza con Yúshenko, pero a diferencia de 2004, mantiene una política de no interferencia electoral.
Apropiándose del lema de su primera ministra ("Ucrania soy yo"), Yúshenko se presentó ayer como el garante de una Ucrania democrática y europea, y equiparó los comicios a un referéndum en el que se enfrentan, según dijo, un sistema de valores "prorruso" y otro "europeo". El dramatismo del presidente-candidato enmascara sin embargo el problema prioritario del Estado. El país estaría ya en bancarrota de no ser por el préstamo del FMI y, de no cambiar de rumbo, en cuestión de meses el Gobierno se quedará sin fondos y no podrá financiar sus obligaciones, según Víctor Pinzenik, que fue ministro de Finanzas con Timoshenko. El experto opina que la situación económica de Ucrania "es la peor desde 1992" y advierte que la inflación puede dispararse por las insostenibles promesas sociales del Gobierno.
A las urnas han sido convocados 36 millones de electores. Compiten 18 candidatos de un amplio espectro, de liberales a comunistas, pasando por nacionalistas con sesgo racista. Dada la dificultad de lograr más del 50% de los votos, requisito para la victoria, es previsible una segunda vuelta.
Yanukóvich, líder del Partido de las Regiones, fue primer ministro en dos ocasiones, una de ellas bajo la presidencia de Yúshenko, y en los truculentos comicios presidenciales de noviembre de 2004 fue declarado vencedor, lo que desencadenó la revolución naranja y llevó a la tercera cita electoral que dio la victoria a Yúshenko. Tanto han cambiado las cosas que ayer el presidente acusó a Timoshenko de representar "la principal amenaza" de falsificación electoral.
Cinco años después de la revolución naranja, en Ucrania hay una enorme corrupción y las reformas económicas claves están pendientes, pero hay pluralismo político y amplia libertad de expresión. Esto último está en peligro, según Yúshenko, si gana Timoshenko. La primera ministra "se ha transformado en Hugo Chávez por su populismo y demagogia", dice el politólogo Dmytro Vydrin, su ex asesor, que la llegó a comparar con Evita Perón.
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