"Aquí siempre echas un cable. Sabes que tú lo necesitarás"
Para los participantes más punteros del Rally Dakar, que estos días se celebra por Argentina y Chile, la jornada de descanso es cualquier cosa menos eso. Con una semana de carrera a cuestas, un calor asfixiante, arena y mucho polvo, los patrocinadores desembarcan en el campamento, esta vez en Antofagasta (Chile), con autocares de invitados, que llegan impecablemente vestidos, con sus botas de trekking y sus pantalones de safari. Uno de los pilotos más solicitados es Carlos Sainz, que permanece escondido en uno de los camiones del equipo Volkswagen, antes de ir a la carpa comedor y ponerse a la cola del pisto. Hoy toca una tartaleta de verduras y jamón -"yo, paso", dice-, un poco de cuscús -"le echaría tabasco, pero no"-, un trocito de queso holandés, melocotones y plátanos. "¿Sabe qué? Hoy me tiraré directamente al postre", se resigna el madrileño con la bandeja en la mano.
El piloto pone al límite su capacidad física y psicológica en su cuarto Dakar
Éste es su cuarto Dakar y reconoce que las sensaciones de la primera vez que se metió en la tienda de campaña no fueron del todo agradables. "Pensé: ¿Pero cómo voy a dormir aquí?", recuerda. Con el paso de las etapas, las semanas y los años, la tienda, para Sainz, se ha convertido en lo mismo que para todos los demás miembros de esta caravana itinerante. Se trata del único rincón del campamento en el que uno puede tener un momento de intimidad. "Al principio me la tenían que montar porque me hacía ¡unos líos! Allí dentro tienes que organizarte. Entre el mono de carreras, la ropa del día siguiente y el colchoncito ese [la esterilla]. Creo que necesito una más grande".
El primer año (2006) no sabía cómo moverse por el bivouac, pero ahora, el ambiente de este pueblo itinerante ha llegado a engancharle. El espíritu de la carrera, ese que la ha hecho mítica, ha acabado por impregnarle. Por unos días parece otra persona. Nada tiene que ver con el hombre de negocios que se mueve en helicóptero, que maneja bodegas y unas instalaciones de karting, y que trata de ayudar a Carlitos, su hijo, un chaval de 15 años que se ha convertido en una promesa del automovilismo y que cuando se sube en un kart ya hace sudar la gota gorda al único español que ha sido capaz de proclamarse campeón del mundo de rallies.
El Dakar es una prueba extrema. En ella, los participantes llevan al límite su capacidad física y psicológica. Cuando uno está en medio del desierto, un trago de agua o un trozo de esparadrapo puede ser un regalo inolvidable. "Necesitarás que alguien te eche agua en la mano para lavarte la cara, o que te sacudan de polvo. Son pequeños detalles que te hacen la vida más fácil y que realmente no cuestan nada. Aquí siempre estás dispuesto a echar un cable porque sabes que, tarde o temprano, vas a necesitar que te devuelvan ese favorcillo", resume el corredor de Volkswagen.
A estas alturas, a Sainz ya no le traumatiza tener que dormir tres o cuatro noches en tienda, y la comida incluso ha llegado a gustarle. Sólo hay un elemento, que por desgracia para él es ineludible, al que aún no se ha adaptado: los baños. "Trato de no ir y punto". Ya queda menos para llegar el domingo a Buenos Aires.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.