"A mí no me llaman para hacer humor blanco, lo mío es la agitación"
Desde 1996, año en que se incorporó al espacio Caiga quien caiga, la presencia de Arturo Valls (Valencia, 1979) ha sido constante para los espectadores. Su triunfo posterior en Camera café mostró su faceta de actor y afianzó su popularidad. Ahora ha regresado a los domingos de Cuatro, (21.30.) cadena para la que protagonizó Gominolas, con un programa de humor, ¡Vaya tropa!, que adapta el irreverente espacio de ETB ¡Vaya semanita!
Pregunta. Usted tiene muchas personalidades ¿Arturo Valls es humorista, periodista o actor?
Respuesta. Pues me lo he estado pensando esta mañana. No lo sé muy bien. Mi vocación real es la de periodista. Me gusta comunicar pero el payasismo lo he tenido desde pequeño, así que era inevitable mi relación con el humor.
P. Lo vemos a menudo en televisión y también en cine y publicidad ¿El el hombre de moda?
R. No, no, aún no he salido en Hola. Es circunstancial, lo mío es una carrera de fondo.
P. Ha trabajado en diferentes cadenas ¿No atiende a exclusividades?
R. Por lo que se ve, no, pero ahora con lo de las fusiones cualquiera sabe, a lo mejor uno pertenece a un gran ente y no sabe cuál es. Ni siquiera cuando empecé era un "hombre de productora", no me interesan las ataduras, me interesan los proyectos.
P. Regresa a Cuatro después de Gominolas y tras el pequeño fracaso de Fibrilando en Telecinco. ¿Quiere quitarse la espina?
R. Fibrilando es el ejemplo de que el éxito no depende sólo de ti. Resulta que con el mismo equipo de Camera café no funciona... Está claro entonces que es por otros motivos, que tienen que ver con la programación del producto.
P. En Cuatro la exigencia de cuota quizá no esté tan presente
R. En Cuatro tienen más paciencia, eso es un hecho. Es una cadena que ha aguantado en antena producciones que en un principio no han funcionado. Recuerdo que CQC, de Telecinco, no funcionó en su primer mes. Esta paciencia es una virtud muy grande en Cuatro. Está claro que hay que conectar con el espectador, pero a veces ves el share como una dictadura total.
P. ¿Cómo le llega el proyecto de ¡Vaya tropa!?
R. Quería cambiar ficción por entretenimiento. Me llamaron de Plural y me propusieron una versión de ¡Vaya semanita! Había visto el programa y me atraía su tono irreverente, su gamberrismo.
P. Quien aún no haya visto ¡Vaya tropa! ¿Por qué debe hacerlo?
R. Porque son 50 minutos en los que te lo pasas muy bien, llenos de sketchs con fondo, con retranca, que retratan la actualidad y que además muestran cómo somos. Es un cóctel que sienta bien. Como un gin tonic con pepino, efervescente, refrescante, pero con un toque amargo. Hicimos un sketch musical sobre la inmigración, con el que te reías, pero al mismo tiempo te parabas a pensar sobre una cuestión social.
P. ¿Qué cambia respecto al programa original?
R. Sólo el panorama sociopolítico del País Vasco con respecto a España, pero la intención y el tono son los mismos.
P. Y nadie será intocable.
R. Ni nosotros. La promo ya era una declaración de intenciones. Además, para hacer humor blanco, a mí no me llaman, lo mío es la agitación. Es domingo, estás con resaca y hay que dar vidilla.
P. ¿Usted se implica también en los guiones?
R. Poco a poco, eso es progresivo, vas pillando el tono para meter tus morcillas, sobre todo en el guión de plató.
P. ¿El futuro de la televisión pasa por la calidad?
R. Sí, la hay en los magazines, en los late night... En series como Cuéntame. Pero ojalá existiera aquí una cadena como la norteamericana HBO. Entre una entrevista con Zapatero y ciertos programas, muchos eligen lo segundo. Habrá que estudiar por qué.
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