Lupa a las perplejidades del presente
Tenemos la sensación de que, hoy en día, la democracia pretende preocuparse del futuro, pero que no sabe hacerlo. Nos esforzamos para hacer bien las cosas, a sabiendas de que nuestras decisiones económicas, bélicas, ambientales, van a tener repercusiones en el porvenir inmediato, pero sin la convicción de que vayamos por buen camino. En esto la derecha se siente mucho más segura y hasta paradójicamente casi triunfalista. La izquierda, sumida en sus ilusiones perdidas se sume también en el pesimismo y la nostalgia de sus utopías naufragadas. Constataciones como éstas han movido a Daniel Innerarity a confeccionar El futuro y sus enemigos. En él desmenuza las perplejidades del presente con respecto al porvenir.
El futuro y sus enemigos: una defensa de la esperanza política
Daniel Innerarity
Paidós. Barcelona, 2009
221 páginas. 25 euros
Es altamente significativo que ignore, consciente de ello, las grandes teorías de la esperanza mundana sobre las que se ha fundamentado hasta hoy nuestra concepción del porvenir: las de Marx, Comte, y los demás teóricos del futuro a la vez inevitable y deseado. (Hasta Marc Bloch con su filosofía general de la esperanza halla sólo una evocación pasajera). El autor prefiere volcarse en una argumentación a favor de una esperanza razonable, capaz de reivindicar el futuro sin caer en una preocupación obsesiva por la gobernabilidad de la cada vez más intratable situación contemporánea. Muy bien señala que hasta la planificación en gran escala que se preconizaba ayer ha sido abandonada y que ello no ha conducido sino al pesimismo político. (A una aceptación más cínica que escéptica, añado, de la capacidad de la política por plantear futuros viables).
El futuro y sus enemigos podría ser señal de que alborea -y ya era hora- una filosofía social tan emancipada de la fantasmagoría progresista de antaño, basado en el historicismo -en la pretensión de saber a ciencia cierta la marcha de un porvenir emancipatorio- sin caer en la arrogancia estridente de cierto neoliberalismo, que en nombre de la libertad, está dispuesto a atropellar la igualdad y la para él trasnochada idea de la justicia social. El autor enlaza su posición con la ética de la responsabilidad. Hace tiempo que la filosofía moral enriqueció sus preocupaciones y discurso con un giro hacia nuestra responsabilidad frente al futuro y las generaciones venideras, noción particularmente ausente en tiempos pasados. Daniel Innerarity enlaza con esta (relativamente) nueva corriente de pensamiento moral al proponer una ética amiga del futuro más o menos previsible, cuidadosa con lo que pueda acaecer. Sin que caigamos en el escepticismo radical de quienes afirman que del mañana nada sabemos, de ese porvenir tal vez sepamos y podamos imaginar mucho más de lo que parece. El futuro no nos deparará lo que los futurólogos profesionales prometen, bien pertrechados en sus despachos, pero será en no poca medida lo que queramos si se impone una esperanza razonable, bien informada, es decir, lo que él llama, un "escepticismo optimista". A la postre, un nuevo reformismo. No dan los tiempos para más.
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