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"Desamparo total" en Nouadhibou

La salud del armador de Marín en huelga de hambre en Mauritania se resiente mientras el Gobierno no responde

Después de ocho días de encierro y huelga de hambre, el armador del Bahía de Portosanto, Santiago Iglesias, reconoce que su salud ya se está resintiendo: "Estoy cansado, agotado. La cosa se está empezando a notar bastante", comenta con voz débil, desde el rincón del consulado de España en Nouadhibou (capital financiera de Mauritania) en el que permanece sentado junto a una botella de agua. Primero estuvo fuera, a las puertas, pero en aquella ciudad hace demasiado calor al mediodía y mucho frío por la noche, y el cónsul lo invitó a pasar. Desde el día 28, este vecino de Marín de 62 años ha sufrido un par de crisis de ansiedad y ha tenido que ser atendido por el médico español que el Instituto Social de la Marina mantiene destinado en aquel puerto. Ahora, se está medicando para eso, pero no come nada.

"Para esos barcos chinos tan viejos es una bicoca tener un accidente"
"No hay instrumento supranacional que dé garantías, es una carta a la condena"

El armador del barco gallego ha decidido no alimentarse porque todas las demás vías están agotadas. El Bahía de Portosanto sufrió un accidente cerca del puerto de Nouadhibou hace cuatro meses y medio, y las autoridades mauritanas acusaron "por lo penal, no por lo civil, como debiera haber sido" al capitán, José Portas, de imprudencia temeraria. El pesquero de Marín chocó a la altura de Cabo Blanco con un barco de capital chino y bandera mauritana, y como consecuencia del impacto, este segundo se hundió. Portas asegura que todo sucedió en un abrir y cerrar de ojos, que dejó de mirar, y en cuestión de segundos, cuando volvió otra vez la vista a la proa, había delante un barco atravesado.

Inmediatamente, culparon a los españoles ("aquí siempre es así, saben que tenemos un buen seguro", explica Portas), y "nadie se preocupó por investigar si el patrón chino tenía titulación, porque en esos barcos ponen al mando hasta al cocinero y maniobran muy mal". A Portas e Iglesias las autoridades españolas les han pedido que no hagan declaraciones, por eso ahora son prudentes y ya no dicen que han llegado a sospechar que el accidente fue provocado, pero el capitán asegura que "para cualquiera de esos barcos chinos hundirse y cobrar por el accidente es una bicoca, porque están bastante acabados. Son de después de la II Guerra Mundial y ya no les quedan más que tres años de vida".

Después de una larga batalla legal, Portas sigue viviendo en el barco con el jefe de máquinas y un oficial, retenido en el país africano, porque aunque el Tribunal Supremo de Mauritania estipuló una fianza de un millón de dólares (al principio, el juez la fijó en 5,2 millones) para permitir la salida del buque, el Tesoro Público no se la acepta.

Ayer, un grupo de tripulantes de pesqueros españoles en Nouadhibou (en aquel puerto faenan 50) se concentró ante el consulado para pedir la intervención inmediata del Gobierno español, y la hija del armador viajó a Madrid para buscar apoyo diplomático. La Asociación Española de Titulados Náutico Pesqueros (Aetinape) remitió hace días una carta al ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, para resolver la repatriación. La misiva no ha obtenido respuesta, según el presidente del colectivo, José Manuel Muñiz, que advierte de que "no se puede tener cuatro meses retenida a una persona, psicológicamente destrozada, por un problema puramente administrativo".

Muñiz tacha de "chantajista" el proceder de las autoridades mauritanas y pide "una acción política de alto nivel, no sólo de España sino también de la Comisión Europea". Muñiz denuncia la "opacidad" que reina en ciertos países en los que "el pescador está vendido". "No hay instrumento supranacional que dé garantías, es una carta a la condena", sostiene. También desde la Asociación Nacional de Cefalopoderos denuncian el "desamparo total" al que está sometido el sector.

Esa "inseguridad terrible" de los pescadores, en palabras de Muñiz, es secundada por José Ramón Fontán, portavoz de los cefalopoderos. "Estamos continuamente pidiendo al secretario general del Mar que presione y les haga reaccionar", explica en relación a la actitud pasiva y "deplorable" de Europa ante ciertos países terceros con los que, además, existen acuerdos de cooperación.

En este caso, el buque estaba totalmente cubierto al disponer "no sólo del seguro de cascos y captura sino también del de responsabilidad civil subsidiaria", apunta Fontán. El conflicto "se atasca por cuestiones de tipo jurídico-administrativo que no se acaban de entender". En el proceso penal, "el buque podría constituir una prueba", pero mientras tanto, el Bahía de Portosanto está sufriendo grandes pérdidas porque no puede faenar. Una situación peligrosa que "le puede tocar a cualquiera que tenga un abordaje", en unas aguas infestadas de embarcaciones sin iluminación. "Si uno queda expuesto, pues apaga y vámonos", concluye Fontán.

IVÁN ILICH

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