"¡Me llevaría todo este bufé a Gaza!"
Con tremendo énfasis se acerca al bufé a coger jamón y chorizo para desayunar. "¡Delicioso!", exclama. Cuando habla de su trabajo con los refugiados palestinos se concentra tanto que casi se olvida de comer. La estadounidense Karen Koning AbuZayd lleva nueve años en la ONU y ha trabajado los cuatro últimos de comisionada general de la UNRWA, la Agencia de la ONU para los Refugiados de Palestina, institución que acaba de cumplir su 60º aniversario. Ella lo supera, tiene 68 años, y aunque no le falta vitalidad, deja el cargo.
Educación, sanidad y derechos humanos son las palabras más repetidas en su discurso. Ha trabajado desde 1981 en misiones humanitarias con ACNUR en Sudán, Uganda, Chad, Etiopía, Namibia, Sierra Leona, Kenia, Somalia y Sarajevo. Tanto se implicó que se casó con un sudanés con el que tuvo dos hijos. Acaba de ser abuela y está emocionada. "Me encantaría que mis hijos probaran el jamón. No tenemos mucha oportunidad de comerlo".
La comisionada de la UNRWA lucha con tenacidad por los refugiados palestinos
El bufé se convierte así en un auténtico lujo, y ella lo valora. Igual que define como una suerte pasar dos noches en la misma ciudad. En apenas una semana ha estado en Estocolmo, Upsala y París, ha pasado por Sevilla para recoger de la Junta de Andalucía la mayor financiación que le ha hecho una región en España, 1,8 millones de euros, que se destinarán a la ayuda materno-infantil en Gaza y Cisjordania. "En este país hay mucha simpatía por los palestinos", destaca. Su siguiente destino era Madrid y después Ammán. Vive en Gaza y está recolectando financiación para su sucesor. Aunque la organización dispone de un presupuesto de casi mil millones de euros anuales para recursos básicos y emergencia, dice: "Nuestro mayor problema es el dinero".
Tras la última ofensiva israelí, se han incrementado las demandas de los refugiados y ellos trabajan para cubrir las necesidades básicas y de educación de los más de 4,6 millones de palestinos registrados como refugiados en Oriente Medio en sus cinco áreas de operación: Cisjordania, la franja de Gaza, Jordania, Líbano y Siria. El lema de la agencia es La paz empieza aquí. "Paz en campamentos donde apenas hay nada. En Gaza no están permitidos los materiales para construir, sólo hay medicamentos y alimentos básicos. El detergente y el chocolate se compran en el mercado negro". Aún aprecia más su desayuno.
La UNRWA da trabajo a cerca de 30.000 empleados, de los cuales un 99% son refugiados palestinos. "Con bastante dificultad les pagamos un salario", dice. Y cuenta que en ocasiones le confunden con una ministra de Exteriores. "Trabajamos en sanidad, educación y protección. Pero no somos el Gobierno. Tampoco queremos serlo", matiza. "Una de nuestras tareas es enseñar a los refugiados desde que son niños los derechos humanos. Ahora ellos los conocen, pero no los tienen. Hay que reflexionar sobre eso, ¿no?".
Las condiciones de vida son miserables, los niños ven cómo sus padres son humillados en los checkpoints, cierran las fronteras o crecen edificios a su alrededor a los que no se les permite entrar. Aunque deje de ser comisionada, no piensa descansar. "Ahora daré conferencias. También quiero estar cerca de mis hijos ¡y de mi nieto!". Levantarse para la foto le sirve de excusa para coger algo más del bufé: "¡Me gustaría llevármelo todo para que lo probaran en Gaza!".
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