Mestalla aclama a Zigic
Un gol del serbio en el minuto 93 le da la victoria al Valencia ante un buen Espanyol
Ahí estaban los dos, al final del partido, abandonando Mestalla juntos, los últimos, abrazados tras intercambiar algunas palabras, en una metáfora perfecta del encuentro. La sonrisa forzada de Kameni y su lenguaje corporal venían a decir: "Hice todo lo que pude, hasta que tú entraste". El otro, el larguirucho Zigic, agradecía el cumplido del portero finalmente batido, en el minuto 93, tras el asedio valencianista. A Zigic fueron a abrazarlo todos, hasta el portero reserva, Moyà, pues es un tipo querido en el vestuario. Sus compañeros saben lo que ha sufrido. También Mestalla quiso apreciar más allá del gol salvador en el descuento. En su aclamación había algo más: un reconocimiento al jugador que perseveró por salir adelante pese al menosprecio del cuerpo técnico.
VALENCIA 1 - ESPANYOL 0
Valencia: César; Miguel, David Navarro, Alexis, Bruno; Joaquín, Albelda (Marchena, m. 75), Banega (Fernandes, m. 71), Jordi Alba (Zigic, m. 62); Mata; y Villa. No utilizados: Moyà, Baraja, Dealbert y Mathieu.
Espanyol: Kameni; Roncaglia, Pareja, Forlín, Chica; J. Márquez, Moisés; Luis García, Verdú (m. 73), Coro (Nakamura, m. 60); y Callejón (Pedraza, m. 92). No utilizados: C. Álvarez, V. Ruiz, Javi López y Baena.
Gol: 1-0. M. 93. Zigic cabecea un centro de Joaquín.
Árbitro: Ramírez Domínguez. Amonestó a Albelda, Forlín, Márquez, Banega, Moisés, Chica y Zigic.
Unos 35.000 espectadores en Mestalla.
El delantero serbio ha sido invitado reiteradamente a marcharse del club. Ha tenido escasas oportunidades de jugar. Tanto con Koeman como con Emery. Pero siempre se ha negado. Será porque intuía que podría llegar un día como éste. Con el estadio puesto en pie, aclamándole, y reconociendo su valía. La de un pino que sabe moverse con cierta habilidad entre los defensas. Y entrar a cabecear en carrera el centro meloso de Joaquín desde la derecha, cuando la gente desfilaba ya de Mestalla, en el último intento valencianista ante un buen Espanyol que vendió cara la derrota. Por encima de su delicada situación en la tabla, el conjunto de Pochettino siempre se mantuvo erguido. Nunca se limitó a defenderse. Amenazó hasta el último instante la portería de César. Hasta que llegó Zigic.
El serbio fue el último recurso de Emery, a la desesperada, cansado de que fracasara su intento de seguir jugando como si Silva no se hubiera lesionado. De la misma forma, pero con distintos hombres. Sin éxito. No hay quien sustituya al grancanario. Algo se ha quebrado en el eslabón de la cadena atacante desde que Silva se lesionara a principios de diciembre. Ya no funciona. Pese a la claridad de Banega en la distribución, el Valencia se atasca en cuanto traspasa el medio campo. De modo que el equipo agradeció el cambio de esquema en el tramo final del encuentro: la apuesta por los dos delanteros en sustitución de un media punta. La apuesta a regañadientes por un fútbol más directo. La apuesta por Zigic.
Kameni tenía de frente al pistolero más peligroso del torneo, Villa, y, sin embargo, pasó una primera parte muy plácida. El Espanyol quiso jugar de cara, sin refugiarse en torno a su portero. Y lo logró a pesar de que mostró su escasísima pegada. Lo intentó Márquez, que enseñó la zurda un par de veces desde lejos. Sin potencia. Fue el jugador más visible en el manejo del Espanyol, aunque le falte todavía cuajo.
A la espera de la ficha del Chori Domínguez y del regreso de Silva, el Valencia se ha desinflado en ataque curiosamente cuando está más afianzado en defensa: muy sólidos Miguel, Alexis, Navarro y Bruno. También porque Villa se nubló ayer ante el gol. Un cabezazo limpio, a escasos metros de Kameni, lo envió al palo. En ocasiones, además, pecó de un individualismo recriminado por sus compañeros. Por mucho que fuera él quien despertara a su equipo en un arranque explosivo de la segunda parte. El caño a Forlín y el posterior disparo raso invitó a Kameni a exhibir sus piernas elásticas. Pochettino entendió que había perdido el control y recurrió a Nakamura. Tras robarle la cartera a Mata, Roncaglia arrancó como un león, burló a Alexis, pero cruzó demasiado el disparo. El partido estaba en el alambre cuando Mestalla recibió con entusiasmo a Zigic, pensando que algo gordo iba a pasar. Pasó lo que había soñado desde que llegó al Valencia hace tres años. Una tarde de gloria que obliga a Emery a reconsiderar su postura. Y a contar mucho más con él.
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