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Editorial:Editorial
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Precaria recuperación

Ha pasado lo peor, pero estamos lejos de que la recuperación del crecimiento en la economía mundial pueda darse por consolidada. Tampoco puede garantizarse que el crecimiento disponga de la intensidad suficiente para reducir el desempleo en aquellas economías que ya han tenido la suerte de frenar su ascenso. Está asumido que la creación de empleo llegará con bastante más retraso que en otras fases de recuperación, como lo hará la recuperación de la inversión privada, todavía manifiestamente inhibida en el conjunto de las economías más avanzadas, condicionada por la manifiesta percepción del exceso de capacidad instalada en muchos sectores. Sin la explícita mejora de estos dos últimos indicadores la recuperación será precaria.

Hace un año la economía global se encontraba en una recesión de intensidad y extensión desconocidas desde el final de la II Guerra Mundial. El origen habían sido fallos manifiestos en el funcionamiento de los mercados financieros, irregularidades en la gestión de no pocos bancos, cuando no quiebras de envergadura, que contaminaron a la mayoría de los sistemas bancarios en todo el mundo. El epicentro de esa convulsión sin precedentes no se localizó en las economías periféricas, sino en las que disponían de un mayor grado de desarrollo financiero y, supuestamente, de la mejor supervisión. Evitar el peor de los desenlaces, la entrada en un cuadro depresivo evocador de los años treinta del siglo pasado, ha sido tarea de los gobiernos.

Efectivamente, en la recuperación de las positivas tasas de crecimiento que han definido las más importantes economías de la OCDE en los dos últimos trimestres, la principal tracción es debida al aumento sin precedentes en todas las modalidades de gasto público. Ya fuera con el fin de salvar a los bancos de la quiebra o simplemente de evitar un desplome en la demanda agregada de las economías, los gobiernos, con bastante independencia de sus prejuicios ideológicos, se vieron obligados a una ampliación sin precedentes de los déficit públicos.

Ese distanciamiento del normal funcionamiento de los sistemas financieros sigue siendo uno de los elementos más importantes que rodean de precariedad la recuperación en ciernes. Obliga a contemplar con cierto temor el abandono de las terapias excepcionales de estímulo, tanto fiscales como monetarias, que se han adoptado en algunos países. Es cierto que el asentamiento de la recuperación seguirá requiriendo el apoyo de los fondos públicos.

La mayor confianza en el sostenimiento de la recuperación global la transmiten algunas economías emergentes que disfrutan ahora de un ritmo de crecimiento no muy distinto de los de los mejores años de la expansión reciente. Es el caso de China o la India y, en menor medida, Brasil. Es uno más de los elementos novedosos que aporta este final de año: la evolución de los resultados empresariales, el ajuste en el exceso de capacidad que está presente en las economías avanzadas, dependerá como nunca antes de la capacidad de esas tres economías para mantener la contribución al crecimiento de la demanda global de la que hasta hace poco eran responsables las economías todavía hoy convalecientes. En el año que entra las empresas con capacidad exportadora o suficiente grado de internacionalización serán las que sufrirán menos. -

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