Hacia la estabilidad

Los últimos diez años han sido presupuestariamente entretenidos en el Parlamento vasco. Su aprobación ha proporcionado material como para hacer una auténtica serie documental de despropósitos políticos y de manipulaciones manifiestas. Los primeros presupuestos de Ibarretxe, en 2000, fueron firmados con Batasuna. Era la época del Pacto de Lizarra y una tregua de ETA sirvió al PNV para arrimar a los independentistas al trabajo institucional. Fue una breve ilusión.

Los asesinatos dinamitaron aquel acuerdo, pero el presupuesto le dio estabilidad a Ibarretxe. Las cuentas de 2001 las prorrogó. Estaba en minoría. De forma paralela la presidencia del Parlamento empezó a interpretar las normas escritas y no escritas para facilitar la aprobación de las cuentas cuando las matemáticas no lo garantizaban. Así las cosas 2002 fue un auténtico despropósito. El presidente Juan María Atutxa facilitó primero que los presupuestos del Gobierno superaran el trámite de las enmiendas a la totalidad imponiendo que se votaran por separado y después la izquierda abertzale acabó por redondear la faena al aprobar el presupuesto sólo por partes, sin que hubiera una cifra de gasto concreta. El Tribunal Constitucional los anuló parcialmente, unos meses después. Pero el circo no había hecho más que comenzar. En 2003 el Gobierno pudo aprobar los presupuestos en un pleno surrealista porque su mayor azote, el entonces presidente del PP, Jaime Mayor Oreja, llegó tarde a la sesión. Y cuando ya nadie creía que podían pasar más cosas, la parlamentaria socialista Irene Novales se equivocó al pulsar el botón y no se permitió repetir la votación y los presupuestos para 2005 fueran aprobados. Los de 2004 habían sido prorrogados. Desde 2006 a 2009 el PSE apoyó las cuentas del tripartito.