Alonso corre que se las pela
En media hora, el piloto congrega una multitud en Oviedo, presenta un acto, participa en una carrera benéfica y se niega a hablar con los medios de comunicación
A las 18.30 de ayer, Fernando Alonso asomó la cabeza por la plaza de la Escandalera, en Oviedo, donde diez minutos después salió a hacer footing con varios centenares de personas llegadas de distintas zonas de Asturias en una carrera benéfica, de tres kilómetros, organizada por Cajastur, uno de sus patrocinadores. En ese momento se desató la locura. Alonso se dirigió a los 1.500 inscritos para darles las gracias por su colaboración; dio la vuelta al parque de San Francisco de la mano de Manuel Menéndez, el presidente de la caja de ahorros; subió al escenario que se había instalado para el acto, se despidió, firmó cuatro camisetas, se escondió en una Renault Espace con los vidrios tintados y se fue. En total, los ovetenses tuvieron 32 minutos de Alonso, con quien Ferrari pretende recuperar el trono de la fórmula 1.
Estaba previsto que, antes de la carrera a pie, se abriera un turno de preguntas para los medios de comunicación desplazados. "Así era hasta momentos antes de que apareciera Fernando. Entonces se nos ha dicho que no, que no habría preguntas", informó Pedro Laguna, el locutor del acto. Al parecer, el piloto estaba molesto por algunas informaciones de carácter personal que se hicieron públicas ayer mismo en un programa del corazón.
Lo que anunció Laguna ya se intuía. Más que nada, por los dos miembros de seguridad que impedían que los representantes de la prensa se acercaran a la azafata encargada de distribuir el micrófono. Y más disculpas: "Donde hay patrón no manda marinero", se defendía un miembro de comunicación de Cajastur, que paga a Alonso varios millones de euros.
El contrato que vincula a ambos tiene su miga. El asturiano se permite el lujo de tener un acuerdo de patrocinio con tres entidades bancarias, aunque para ello deba hacer peripecias. Las marcas que quieren tener presencia en un escaparate tan goloso como la F-1 están obligadas a soltar un dineral y no permiten que otra de su gremio interfiera y les robe protagonismo. Antes de que ING rompiera su relación con Renault por el escándalo de Singapur 2008 -Nelsinho Piquet se estrelló contra un muro para facilitar las cosas a Alonso, que finalmente ganó la carrera-, el español cedía su imagen a Universia, una iniciativa del Banco Santander; a Cajastur y a la entidad holandesa. Para no poner en peligro ninguno de esos contratos, Alonso podía participar en iniciativas como la de ayer, pero nunca anunciar directamente a la entidad.
Ajenos a todo este embrollo contractual, los aficionados que acudieron a la plaza de la Escandalera se dieron por satisfechos. Para ellos, poder ver de cerca a su ídolo, aunque sólo fuera durante cinco minutos y mientras corría, ya valía la pena. Aunque muchos, como Sergio, un chico de la primera fila, no supiera exactamente de qué iba el asunto: "A ver, Sergio, ¿adónde van los fondos que recaudemos?", le preguntó el locutor. Y el muchacho respondió: "¡A saber!".
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