El vendedor de pasados
Alguien dijo que la realidad es como el mar, que te devuelve una y otra vez los restos del naufragio. Lo deberían saber los partidos políticos, que no terminan de entender que el ejercicio del poder siempre deja huellas y exige explicaciones. Cuando a un dirigente político le sacude un escándalo, siempre tiene la tentación de quitárselo de encima dándole un puntapié. Sin embargo, los escándalos son como las piedras de un campo embarrado. En cuanto le das una patada, salen a la luz los bichos que anidan bajo ella.
El pasado sólo lo cambian los embusteros y la literatura. Pese a ello, el mundo está lleno de personajes que estarían dispuestos a cambiar parte de su presente por hacerse con un pasado presentable, algo indispensable para poder luego labrarse un prometedor futuro. Hay un libro que habla de ello. Se llama El vendedor de pasados de José Eduardo Agualusa. Su personaje principal se dedica a vender pasados presentables. Fabrica para sus clientes una genealogía de lujo, unas memorias felices, una tumba donde llorar a un pariente, e incluso un catálogo de retratos de ancestros ilustres. Sus clientes son prósperos empresarios, políticos y miembros de la burguesía. Personajes con un futuro prometedor, pero a los que les falta un pasado presentable. Sin embargo, una noche llega a su casa un misterioso extranjero solicitando sus servicios. Anhela un pasado nuevo, pero el viejo es imborrable e irrumpe de forma inevitable en su futuro. Desde ese momento, nada es lo que parece.
Cuando un tránsfuga se cambia de partido político puede retorcer el presente para forzar un futuro electoral mejor, pero eso no le garantiza un pasado presentable. Al PSOE en Andalucía le están llegando ahora los restos del naufragio del andalucismo, a algunos de cuyos dirigentes ha ido acogiendo en sus filas en los últimos meses. El caso más llamativo ha sido el de Ronda, donde el alcalde, Antonio Marín Lara, sus ocho concejales y unos 90 militantes dejaron el PA para fichar por el PSOE.
Hace unos días, Marín Lara y sus ocho ediles fueron declarados oficialmente tránsfugas, después de que la Comisión de Seguimiento del Pacto Antitransfuguismo asumiera el dictamen expresado el pasado mes de noviembre por la comisión de expertos del pacto. La declaración lleva el membrete oficial del Ministerio de Política Territorial, cuyo titular es Manuel Chaves, la misma persona que dirige el PSOE de Andalucía, cuyos dirigentes han dicho que no tienen intención alguna de cumplir lo que establece el pacto: expulsar del partido al dirigente declarado tránsfuga.
El PSOE puede contribuir a esta pantomima del pacto antitransfuguismo de la manera que le plazca. O sea, de la misma forma que el PP. Pero sería bueno recordarles que el tránsfuga es un cargo electo que se pasa a otro partido con el escaño bajo el brazo. Y los socialistas quieren cambiar el presente retocando la realidad, atribuyendo una nueva condición imprescindible al tránsfuga: que el cambio de partido implique también un cambio de gobierno. Ellos saben que es una excusa.
Pero lo que no puede cambiar el PSOE es el pasado. Y Marín Lara -el "mejor alcalde de Ronda", según el número dos de los socialistas malagueños- fue el cabeza de cartel de la única formación política, el PA, que no se sumó al pacto contra el GIL en esta localidad en 1999. En 2003, pactó con el PSOE, al que traicionó al año siguiente quitándole la alcaldía con el apoyo de los gilistas y el PP. En esta legislatura de 2007, volvió a pactar con el PP, pero transcurrido apenas un año de mandato rompió el acuerdo y se alió con el PSOE.
El día en el que trascendió que el comité de expertos le había declarado tránsfuga, por la noche se le entregó el carné de afiliado al PSOE. Un partido que fichó a Marín Lara, pero al que olvidó comprarle un pasado político presentable.
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