Guardiola 'sustituye' a Laporta
El éxito del entrenador, nuevo 'totem' azulgrana, en la gestión del equipo obliga a la directiva del Barcelona a reconducir el club para tratar de asegurarse su continuidad
Acabada la victoriosa final del Mundial de Clubes, de regreso al hotel Shangri-La, sede en Abu Dabi, el Barcelona organizó una fiesta en la playa. Unas doscientas personas, la mayoría invitados y patrocinadores, se reunieron alrededor de un bufet libre mientras en la sala superior se juntaban los futbolistas. Vestidos con la zamarra que Nike confeccionó para la ocasión -"tot guanyat, tot per guanyar" ("todo ganado, todo por ganar")-, los jugadores se arrancaron de golpe con un cántico irónico que triunfó en la noche árabe: "¡Alcohol, alcohol, alcohol, hemos venido a emborracharnos con Laporta a Luz de Gas!". La plantilla se refería a la fiesta que el presidente montó en una sala de Barcelona para celebrar la victoria sobre el Madrid en la Liga.
La junta ni siquiera se pone de acuerdo en designar al candidato a la presidencia
Pep aplica la frase de un directivo dimitido: "Piensa qué conviene al Barça y no errarás"
El presidente azulgrana ha ido de fiesta en fiesta, de mitin en mitin
Mientras tanto, el técnico ha caminado de partido en partido hasta el triunfo final
Joan Laporta ha ido de fiesta en fiesta, de mitin en mitin, mientras Pep Guardiola caminaba de partido en partido, de título en título, hasta el triunfo final. La gestión del equipo durante el año ha sido irreprochable y merece la ovación unánime de los aficionados y los socios. Tanto, que varias de las encuestas que se han organizado con vistas a las elecciones de 2010 consideran que Guardiola sería el mejor presidente que podría tener el club. No sólo no tiene ninguna intención de presentarse, sino que ni siquiera ha decidido todavía si renovará el contrato, que expira en junio próximo, como le propone Laporta. Guardiola quiere reflexionar después de que el sábado rompiera a llorar por la tensión acumulada en una temporada y media. Ya no pudo aguantar más.
La directiva ha vivido de las rentas deportivas hasta el punto de que ahora es el equipo el que sostiene al club. La junta ni siquiera se pone de acuerdo en designar el candidato continuista que aspirará a suceder a Laporta, signo del desconcierto, obsesionados la mayoría en seguir en la entidad más que en su gobierno. No ha habido una labor colegiada en el consejo y la sensación es que tampoco le ha preocupado generar las mejores condiciones para el juego del equipo.
Desvencijado por el esfuerzo y las lesiones, el Barça viajó ayer a Kuwait, donde fue recibido por más de 3.000 aficionados, para disputar hoy un incómodo amistoso mientras se anunciaba que el partido contra el Villarreal, en el Camp Nou, se jugará en sábado y no en domingo. Los dirigentes, mientras tanto, se preguntan qué pretendía Guardiola cuando dedicó el éxito a uno de los directivos dimitidos: Evarist Murtra.
En los momentos de duda, Guardiola recuerda una frase de Murtra que aplica hasta las últimas consecuencias: "Piensa qué le conviene al Barcelona y no te equivocarás nunca". A buen seguro que también recurrirá al consejo de su amigo a la hora de decidir sobre su continuidad. No quiere, en cualquier caso, que la cuestión que le ocupa se simplifique en si renovará o no como si fuera una cosa personal o estuviera condicionada por su mejor o peor sintonía con Laporta. El asunto es más profundo y atiende a la profesionalización del club, por más que el presidente considere que la salud del Barcelona es envidiable. La próxima salida de Laporta y seguramente también la del director deportivo, Txiki Begiristain, obligan a un replanteamiento del funcionamiento de la institución en determinadas parcelas.
Alcanzada la gloria deportiva con la conquista de seis títulos, hoy es la institución la que debe garantizar la continuidad del equipo y del entrenador, patrimonio de todo el barcelonismo más que de un candidato. Guardiola es el nuevo totem azulgrana de la misma manera que lo fue Laporta en 2003, cuando alcanzó la presidencia con una mayoría absoluta.
Así las cosas, podría muy bien decirse que Guardiola ha sustituido a Laporta como líder de la religión barcelonista. La leyenda més que un club ya no sólo tiene sentido desde el punto de vista de la entidad, sino también del equipo. El propio Guardiola se lo contó a sus jugadores antes de la final: "Si perdéis, seguiréis siendo los mejores del mundo, pero, si ganáis, os convertiréis en inmortales".
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