Venezuela, anclada en la recesión
La inflación más alta de América Latina obliga a los venezolanos a apretarse el cinturón
La hallaca es la medida de todas las cosas en Venezuela durante el fin de año. Es un tamal de harina de maíz, relleno con guiso de carne y envuelto en hoja de plátano, y es el plato típico de Venezuela en Navidad y un barómetro rudimentario que mide cómo ha marchado la economía en el año que termina. "El precio de la hallaca subió 47,3%", informan los titulares de la prensa este diciembre, como consecuencia de que la inflación del país -del 23% en lo que llevamos de año- volverá a ser la más alta de América Latina en 2009.
"Hoy no podemos hacer hallacas, porque quitan el agua", planifican las amas de casa para ajustarse a los programas de racionamiento de agua y electricidad que comenzaron en noviembre. "No aceptamos cheques ni tarjetas de los bancos intervenidos por el Estado", ponen los carteles en algunos mercados que expenden los ingredientes. Y el Gobierno, mientras, organiza eventos como el "hallacazo socialista", donde se vende a precios regulados todo lo necesario para preparar el plato navideño, con el propósito de demostrar que no es cierto que Venezuela atraviesa por una recesión económica, mezcla de estancamiento, inflación, crisis bancaria y escasez.
El precio de la hallaca, plato típico navideño, ha subido casi un 50%
El consumo, la inversión y las exportaciones han caído este año
La deuda venezolana tiene el riesgo más alto del mundo
El alto coste de la vida es el síntoma de la mala salud de la economía que más padecen los ciudadanos. Hasta noviembre de 2009, el Índice Nacional de Precios al Consumidor, referencia para medir el comportamiento de la inflación en el país, mostraba un saldo acumulado de 23%. La previsión de los analistas es que al término del año podría aumentar a 26%, un porcentaje casi cinco puntos por debajo del índice de 30,9% registrado en 2008, pero que duplica la meta de 12% que se había trazado el Ministerio de Economía y Finanzas en enero. La de Venezuela se calcula como la inflación más alta de la región y hace que Caracas sea la ciudad más cara de América Latina.
El descenso del consumo ha sido la principal causa para que la inflación se redujera en 2009. Pero también ha incidido, junto con la falta de inversión y la disminución de las exportaciones, en la caída del producto interior bruto (PIB). Según cifras del Banco Central de Venezuela, el PIB cayó 4,5% en el tercer trimestre de 2009 y 2,4% en el segundo trimestre, con lo cual la economía venezolana, después de cinco años de expansión sostenida, entró oficialmente en recesión. Aunque el Ministerio de Economía y Finanzas había previsto un crecimiento de 4% al cierre de este año, ahora el Gobierno calcula que la desaceleración podría llegar a -2,2% o tal vez a -1% al cierre del año.
La caída de los precios del petróleo ha sido también causa fundamental del estancamiento en Venezuela. El crudo venezolano, que financia más del 50% del presupuesto nacional y representa más del 90% de las exportaciones, se desplomó en 2009 hasta llegar a los 64 dólares por barril, cuando en 2008 registró un precio promedio de 110 dólares por barril.
Pero a pesar de la pérdida de ingresos por la caída en las ventas petroleras, el Gobierno venezolano no ha reducido los gastos ni se ha detenido en su plan de nacionalizar los principales sectores de la economía a través de la expropiación y posterior compra de empresas. Con más gastos que ingresos, la deuda pública externa e interna ha ido en aumento.
"Al recibirse como presidente, Hugo Chávez encontró una deuda pública, incluyendo la de la estatal Petróleos de Venezuela, de 32,4 millones de dólares. Cuando termine 2009, ese monto estará alrededor de los 100 millones, si se cumple el cronograma de emisiones de deuda pautado por el Ministerio de Finanzas", explica el economista José Guerra, ex gerente de investigación económica del Banco Central de Venezuela, quien hace una analogía entre la política económica de Chávez y la de su archienemigo, el ex presidente Carlos Andrés Pérez.
La deuda de Venezuela, según informó la casa de análisis de mercados CMA DataVision el 15 de diciembre pasado, es una de las más riesgosas del mundo, con una probabilidad de 57,7% de incumplimiento. Más riesgosa, incluso, que la deuda de un país como Ucrania, que depende de las ayudas del Fondo Monetario Internacional.
Otro signo de los tiempos que corren es que la Navidad no se encendió esta vez. Las plazas y las calles, que solían estar cubiertas de luces y guirnaldas, están ahora a oscuras, para cumplir con el programa de ahorro de electricidad implementado por el Gobierno desde noviembre. El agua potable también está racionada y no llega a las casas a través de las tuberías al menos durante dos días a la semana. El Gobierno achaca el problema a la sequía, que ha consumido los embalses que surten de agua al país y que no permite que las centrales hidroeléctricas funcionen con normalidad.
En medio de la crisis económica ha explotado un escándalo de corrupción que provocó la intervención de ocho pequeños bancos en el último mes, la nacionalización de seis de ellos, el cierre definitivo de dos y la apertura de procesos penales contra decenas de banqueros. La Superintendencia de Bancos acusa a estas entidades de violar la ley bancaria mediante operaciones especulativas que les llevaron a no disponer de fondos para cubrir los depósitos de sus clientes, que en su mayoría eran instituciones del Estado.
Entre los personajes involucrados en la trama figuran empresarios vinculados con el Gobierno. El más prominente de ellos, el banquero Arné Chacón: hermano de Jesse Chacón, ex ministro de Comunicación e Información y hombro de confianza de Hugo Chávez. Jesse Chacón se vio obligado a renunciar cuando se descubrió "el gran guiso", que es como los entendidos en asuntos de hallacas suelen llamar a los casos más emblemáticos de corrupción.
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