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Columna
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La 'txapela' de Maialen

El domingo fue una jornada gozosa para los que disfrutamos con los bertsos. Se celebraba la final del Campeonato de Bertsolaris en el BEC de Barakaldo. La esgrima verbal se prolongó mañana y tarde; las palabras salían cantarinas de las bocas de los ocho competidores: redondas, frescas, hermosas. Y es que uno puede dejarse balancear por esas melodías, meterlas en la cabeza como un runrún... Para la población vasca que no entiende el euskera el bertsolarismo es un mundo aparte, folclórico, inabordable. Apenas puede decirse que haya algún intento de acercamiento entre esos dos mundos. Pero no creo que la responsabilidad sea únicamente de los no bilingües.

El domingo fue una jornada gozosa, sí, pero también dolorosa, una vez más, para mucha gente de esta Euskadi plural que jamás se ve reflejada en el espejo de los bertsos. Hace tiempo le pregunté a un amigo: ¿qué crees que sucederá antes: que haya una filósofa china de proyección internacional o un bertsolari no nacionalista? Me respondió sin dudarlo: una filósofa china, por supuesto. Tengan en cuenta que ahora mismo, con bastante más de mil millones de habitantes, no hay ningún filósofo chino contemporáneo conocido internacionalmente; ni qué decir de una filósofa. Curiosamente parecería que ha ocurrido un híbrido en el bertsolarismo: por primera vez se ha impuesto una mujer, Maialen Lujanbio, en una actividad tradicionalmente masculina. Maialen se llevó la txapela de campeona con todo el mérito, por el vuelo al tiempo ligero y profundo de sus metáforas, de sus bertsos.

Y bien, se rompió un tabú. Pero ése era, aquí y ahora, el menor de los tabúes que podían romperse. El verdadero muro apareció, en cambio, resistente, desafiante. El juego del bertsolarismo consiste en que a los improvisadores se les invita a meterse en la piel de diversas personas, de modo que les prestan su voz y toda su capacidad expresiva y emotiva. Les hacen ponerse en el lugar de unos hijos cuya madre es anoréxica, en el de una persona que se queda sin subsidio de paro, en el de una pareja que empieza a coquetear. Pero también en el de alguien que "va a un vis à vis a la cárcel y el funcionario le hace desnudarse para cachearle". Y aunque la trama no sea tan explícita, el bertsolari la llevará sin duda a ese terreno. Ante el tema común "eres periodista y sabes que el que estás escribiendo es tu último artículo", de los ocho participantes cinco lo relacionan con el caso Egunkaria, uno con la tortura y dos con el Sahara. Constantes referencias a que pronto Euskal Herria será "libre", porque ni que decir tiene que ahora está absolutamente oprimida. En los adioses finales, loas y dedicatorias a los presos. Todo ello entusiastamente coreado por el público. La Euskadi de las víctimas de ETA, de los extorsionados, ninguneados, señalados con un "Kanpora!" no existe. Ni se les nombra ni se les invita. La gloria y la miseria del mundo bertsolari.

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