"Dan ganas de irse a la lista del Inem"
Díez Usabiaga se queja de la 'guerra sucia' de ETA contra los políticos históricos - Dirigentes batasunos trataron de desactivar a la banda para ir a las urnas en 2012
"También en nuestra casa tenemos mala gente, gente que en lugar de utilizar argumentos, se dedica al permanente cojonímetro liquidando debates a golpe de simplismos y jo ta ke irabazi arte (dale que te pego, hasta ganar) (...) Ventilan las cosas diciendo que obedecen al cansancio de fulano y mengano, batzuek borrokarako griña galdu dute (algunos han perdido las ganas de lucha) (...) Nos están marcando para evitar entrar al fondo de la situación". "Es una guerra sucia que, a veces, te dan ganas de marcharte a casa y ponerte en la lista del INEM", se lamentaba, en la primavera pasada, el dirigente de Batasuna y ex secretario general del sindicato LAB Rafael Díez Usabiaga, en una de sus cartas intervenidas que obran en sede judicial.
"Hay que seguir adelante porque los otros, y no todos, son 220", dijo Otegi
Los hermanos Gogeaskoetxea, en la dirección de ETA, lideran la resistencia
La "vanguardia armada" no ha logrado embridar a su brazo político
El sector ortodoxo alega que Batasuna invade competencias propias de ETA
La lucha de líneas atraviesa las estructuras de ETA-Batasuna y las escaramuzas internas se suceden sin que la "vanguardia armada" haya logrado embridar completamente a su brazo político. En noviembre pasado, los dirigentes de Ekin, la denominada bizkar hezurra (columna vertebral), cuadros de doble militancia que velan por la correcta aplicación de las consignas de ETA en el entramado civil, aprovecharon las detenciones de Arnaldo Otegi y Rafael Díez para tratar de impedir que se difundiera entre las bases militantes la propuesta Aclaración de la estrategia y la fase política, elaborada por los arrestados. Aunque la maniobra fue desbaratada desde la cárcel -Otegi y Díez consiguieron que el diario Gara reprodujera en sus páginas la versión destinada al exterior-, el sector ortodoxo pretende ahogar el debate con el argumento de que el texto invade competencias propias de ETA en la medida en que caracteriza por su cuenta el papel asignado a la "lucha armada" (terrorismo) en el "nuevo ciclo político".
De acuerdo con los documentos incautados en los últimos tiempos, el elemento clave que separa a ambas líneas reside en que el sector dominante en ETA sólo acepta iniciar un eventual proceso de "desactivación progresiva de la lucha armada" en el caso de que se abra la negociación política con los partidos y el Gobierno central y en función de los logros sobre la autodeterminación y reconocimiento de la "territorialidad" (Euskadi + Navarra + País Vasco Francés)... que se fueran obteniendo. "El Proceso Democrático (así califican su proyecto de chantaje encaminado a quebrar la voluntad ciudadana mayoritaria y a torcer la mano de los gobiernos) no es un proceso de paz" indican. "La paz será consecuencia de los pasos políticos que se han de dar en el proceso", subrayan. Como dan por supuesto que la excarcelación de sus presos coronaría el hipotético acuerdo, no se molestan en dedicar al asunto el menor comentario.
Frente a ese planteamiento, la propuesta de Batasuna vincula la "desactivación progresiva" de la violencia a la creación de una "alianza popular independentista", de vocación institucional, que abarcaría a "sectores del PNV, bases sociales de EA, sindicalismo abertzale, independientes, sectores de izquierda..." De acuerdo con el programa establecido, la alianza debería participar en las elecciones municipales de mayo de 2011 y antes, durante el otoño próximo, convocar una mesa de partidos dispuestos a comprometerse por la paz y la desmilitarización de ETA en un clima de diálogo propiciado por la "decisión unilateral de ETA de abrir un alto el fuego indefinido".
Fuentes que están al corriente de la pelea interna sugieren que el punto de fricción principal ha sido, precisamente, la elaboración, por Batasuna, de un calendario de desmilitarización y desactivación de la "lucha armada", que habría irritado sobremanera a la dirección de la organización terrorista. Según esas fuentes, el calendario establecía que el inicio de la desmilitarización debía producirse en otoño de 2011 para que el bloque independentista participara en las elecciones generales de 2012 completamente liberado del estigma del terrorismo.
Lo que está fuera de toda duda es que, lejos de asumir la progresiva pérdida de protagonismo que se le asigna en la perspectiva dibujada por Otegi, Díaz y otros -también Antxon Etxebeste, representante de la organización terrorista en las negociaciones de Argel de 1989, trabaja en la misma longitud de onda-, el sector dominante en ETA trata de frenar en seco la tentación autonomista surgida en su brazo político y restablecer su proverbial dominio dirigente. "Los diseños profundos y concretos del Proceso Democrático los concreta ETA con la responsabilidad de la Izquierda Abertzale, todos los demás pueden ser diseños de los Procesos Democráticos sin ETA, no los de ETA" (...) "Hay que cortar de cuajo ya a los amigos que tienen la costumbre de hablar de la refundación de la Izquierda Abertzale", sentenció la organización terrorista en una comunicación que fue enviada, en junio pasado, a Bateragune (la comisión política que coordina las distintas estructuras del entramado civil: Batasuna, LAB, Segi, Askatasuna) y que se encuentra incorporada a uno de los procesos penales que se tramitan en la Audiencia Nacional.
Una advertencia similar reaparece en la ponencia de Ekin, "Mugarri" (mojón, límite fronterizo) escrita en octubre último. "En la fase política en que nos encontramos también es fundamental el papel que juega la lucha armada", se enfatiza como respuesta a quienes cuestionan la utilidad del terrorismo en ese nuevo proceso "sin violencias, ni injerencias internas" que dice propugnar el sector mayoritario en Batasuna.
En el fondo de la discusión, anida la vieja pugna entre lo militar y lo político que reaparece puntualmente en los momentos de mayor debilidad y crisis interna, pese a que el conglomerado de ETA-Batasuna, nació y se desarrolló estructural e ideológicamente bajo la dependencia y servidumbre de la organización terrorista.
"Nada nuevo bajo las capuchas", podría decirse -recuerden las resoluciones del congreso del partido HASI anuladas por el diktat de la "vanguardia" armada y las protestas internas por el atentado de Hipercor ahogadas en el silencio disciplinado-; si no fuera porque el intento de priorizar la actividad política tiene ahora amplio asiento en su base social batasuna, alarmada por las consecuencias de la ilegalización y defenestración institucional. Al cansancio por tanta sangría estéril, se suma la percepción de que el tiempo político se les acaba si no logran adaptarse a los cambios profundos que vienen operándose en la sociedad vasca y que, como indican los autores de la propuesta "Aclaración de la fase política y la estrategia", discurren a un ritmo superior al del "proceso de liberación nacional".
Seguros de contar con el respaldo de la mayoría de los cuadros y de su base electoral -113 veteranos militantes asistieron el 14 de noviembre a la presentación en Alsasua (Navarra) del documento complementario a la propuesta-, los dirigentes de Batasuna han echado un pulso a sus socios armados, fiados al ascendente de su veteranía y a su propia representatividad. "Hay que seguir adelante porque los otros, y no todos, son 220", indicó Otegi en una comunicación intervenida por la policía. En sus conversaciones y encuentros en Francia, se han encontrado con una dirección de ETA inestable y obligada a renovarse continuamente por las frecuentes detenciones.
Aunque sin llegar a los escandalosos episodios de la expulsión recíproca que protagonizaron en enero de 2008 los entonces máximos responsables del aparato político (Francisco Javier López Peña, Thierry) y militar (Garikoitz Aspiazu, Txeroki), actualmente encarcelados, las diferencias internas, presentes ya antes del inicio de las conversaciones de 2006 con el Gobierno, están lejos de desaparecer. Hasta el punto de que no es gratuito sospechar que el asesinato el 14 de diciembre del pasado año en Azpeitia (Guipúzcoa) del empresario nacionalista Inaxio Uría obedeció, en realidad, al propósito de abortar el proyecto de alianza electoral de Batasuna con EA y deshacer los compromisos -una tregua temporal no declarada-, contraídos en la operación. En una de sus cartas, el propio ex secretario general de LAB afirma: "Lo de EA estaba muy encarrilado, pero con las sacudidas de diciembre (asesinato del empresario azpeitiarra) era muy difícil".
Otegi, Díez Usabiaga y Antxon Etxebeste, entre otros, promovieron la alianza con EA al abrigo de la decisión de ETA, adoptada en diciembre de 2008, de crear la "Alianza Popular Nacional" o "Bloque Soberanista" (IBEE). Según consta en los documentos intervenidos por la policía francesa, ETA decidió, asimismo en esas fechas, "ajustar la estrategia de la lucha armada al nivel de lucha que el pueblo requiere: por un lado, aumentando el nivel de compromiso para la lucha popular, y por otro, empleando la lucha armada como método de enseñanza".
Para facilitar los contactos con los distintos colectivos llamados a formar parte de esa "Alianza Popular Nacional", ETA se mostró dispuesta a "ofrecer interrupciones" no declaradas de su actividad y establecer plazos de hasta 6 meses para ver los efectos que su gesto provocaba en las formaciones o colectivos políticos convocados.
"Los altos el fuego que se produzcan tienen validez únicamente de cara a Euskal Herria; podríamos realizar acciones en España, puntuales, pero no ofensivas (sin muertos)", aclaraba. En la práctica, los terroristas aplicaron únicamente una tregua relativa (puso una bomba contra un repetidor de telecomunicaciones en Guriezo (Cantabria) de un mes de duración: del 7 de mayo al 7 de junio. El 19 de ese mes, asesinó en Bilbao al inspector Eduardo Puelles.
"Según movamos fichas, no hay que descartar que ellos también sacudan para condicionar y agujerear o debilitar la situación", había escrito con anterioridad el ex secretario general de LAB en una de sus cartas enviadas a una amiga encarcelada. Bien presente en los colectivos de reclusos y de huidos, pero sin gran incidencia en el aparato militar, siempre determinante, la línea mayoritaria en Batasuna choca con la resistencia que ofrecen los activistas recién llegados a la dirección. Es el caso de los hermanos Ibon y Eneko Gogeaskoetxea, artífices, por lo visto, de la última reestructuración organizativa encaminada a compartimentar todavía más las diferentes áreas.
La línea de los líderes de Batasuna tropieza con las posturas de muchos jóvenes captados en la kale borroka y de los aventureros amigos de las emociones fuertes y de las ideas simples, pero también con los fanáticos de larga data que, como los viejos heroinómanos, no parecen capaces de desengancharse de la violencia. En otra de sus cartas intervenidas, Díez Usabiaga, alude a ETA como "una empresa que se renueva con la represión y, donde parece que la historia empieza desde que los que entran asumen tal o cual responsabilidad".
Desde la cárcel
- El juez Baltasar Garzón reventó el pasado 13 de octubre el que era el último intento de reunir los restos dispersos de la izquierda abertzale para reconstruir lo que fue Batasuna, en este caso denominado Bateragune (lugar de encuentro).
- Entre los detenidos figuraban tres pesos pesados de la formación ilegalizada que todavía quedaban en libertad: el principal responsable, Arnaldo Otegi; el ex líder del sindicato LAB Rafael Díez Usabiaga y el histórico dirigente del ala dura, Rufi Etxeberria.
- Etxeberria fue puesto en libertad porque estaba en la cárcel cuando se produjeron los supuestos contactos con ETA. Otegi y Usabiaga siguen en la cárcel acusados de haber realizado viajes al sur de Francia donde habían mantenido entrevistas con jefes de ETA para debatir el futuro de la izquierda abertzale.
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